El profesor Robert Sternberg de la Universidad de Cornell asegura que nuestro sistema educativo no está diseñado para enseñarnos a pensar de una forma que sea útil para el resto de nuestras vidas. En un reportaje elaborado por la BBC nos da algunas claves y consejos para no parecer tontos en nuestra vida.
Sus consejos para que seamos menos estúpidos son estos:
1. Reconocer tus puntos ciegos.
¿Piensas que eres más listo que la media de las personas? ¿No lo hacemos todos? Es algo que se llama «superioridad ilusoria», y se da de forma más aguda en las personas menos capaces. En tu defensa, puede que digas que sabes que eres listo por tus resultados académicos o lo bien que lo haces en los concursos. Si es así, es posible que sufras de un «sesgo de confirmación»: la tendencia a fijarse solo en la evidencia que apoya tu punto de vista.
El hecho es que todos sufrimos de algún tipo de sesgo inconsciente, que abarca desde la decisión de comprar una casa hasta tus opiniones sobre un conflicto político o bélico internacional.
2. Estar preparado para ser humilde
«Un hombre no ismo que decir, en otras palabras, que hoy es más sabio de lo que era ayer», escribió el poeta del siglo XVIII Alexander Pope. Los psicólogos consideran que este tipo de pensamiento es un rasgo esencial de la personalidad conocido como «apertura mental». Entre otras cosas, mide cómo lidiamos con la incertidumbre, y con qué rapidez y voluntad cambiamos de opinión si aparecen nuevas evidencias. Es un rasgo que alguna gente encuentra muy difícil de cultivar, pero ese momento de desinflarse a uno mismo tiene recompensa en el largo plazo.
3. Discutir con uno mismo
Si menospreciarte a ti mismo no es tu rasgo más fuerte, hay una estrategia simple para reducir estos sesgos: asume el punto de vista diametralmente opuesto y empieza a argumentar contra tus propias convicciones. Otra táctica es ponerte en el lugar de otro e imaginar lo que piensa, algo que puede ser muy útil cuando lidiamos con problemas personales.
4. Imagina ¿qué pasaría si…?
Uno de los problemas que Sternberg más critica del sistema educativo es que no nos enseña a ser prácticos ni creativos. Aunque ya no nos enseñen con los ejercicios de memorización, muchos profesores ni siquiera enseñan el el tipo de flexibilidad que es más necesaria en la vida real. Una forma de desarrollar esta habilidad podría ser volver a imaginar acontecimientos clave.
5. No subestimar las listas de verificación
La distracción y los despistes pueden ser la ruina del mejor entre nosotros. Cuando se lidia con situaciones complicadas, es fácil olvidar lo básico. Por eso, Gawande es un férreo defensor de las listas de verificación. En el hospital John Hopkins de Estados Unidos, por ejemplo, una lista con cinco puntos para recordar a los médicos los pasos básicos de higiene redujo la tasa de infecciones de diez días del 11% al 0%. Una lista similar para los pilotos estadounidenses en la segunda Guerra Mundial, recordándoles los procedimientos básicos para el despegue y el aterrizaje, redujo las muertes a la mitad.
Como dice Gawande, se trata de profesionales con las mejores habilidades y la tecnología más avanzada. Sin embargo, un simple papel acabó salvando muchas vidas.