Analizamos el referéndum constitucional en Italia de este domingo con la ayuda de Pablo Martín de Santa Olalla, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Europea de Madrid y autor de Matteo Renzi, el hombre que ha cambiado la política italiana.
¿Por qué tiene al mundo político y económico tan pendiente?
Es la primera pieza de un dominó que podría traer otra crisis económica a Europa. ¿Es realmente tan preocupante este presunto “apocalipsis Renzi”? Sí, según nos explica Martín de Santa Olalla. Los bancos italianos están sucísimos, como lo estuvo Bankia, pero a lo grande: tendrían hasta 370.000 millones de euros en préstamos dudosos, de ellos 160.000 millones de cobro imposible. Matteo Renzi está dirigiendo su rescate. Si pierde este referéndum, ha prometido que abandona su cargo. Y no hay repuesto.
Hay tres opciones: un sustituto acordado por los partidos, inviable en la política italiana; una solución tecnócrata impuesta por Europa, como ya hizo con Mario Monti, pero salió mal y, además, no parece haber tal candidato, porque Mario Draghi no quiere abandonar el Banco Central Europeo.
La última es apretar el botón nuclear y convocar elecciones. Tienen un resultado incierto, pero favorable al anti sistema Beppe Grillo. Sería otro momento Trump, otro momento Brexit. “La situación tiene tan preocupada a la Unión Europea que incluso Wolfgang Schaeuble, némesis alemana de Renzi, le ha alabado públicamente para que siga en el poder”.
Es, pues, importante pero, ¿qué se vota?
Esencialmente, cargarse el Senado.
La Constitución de 1947 es la vigente y no ha sido reformada desde entonces. Se hizo con la idea de ser lo opuesto al fascismo que había asolado Italia. Se creó un bicameralismo perfecto. Una cámara, la de los diputados, donde la juventud política pudiera reformar el país, en la que se puede entrar siempre que se sea mayor de 25 años. La otra, el Senado, es la cámara de la sabiduría. Se exige 40 años al menos. Hay senadores vitalicios, como los ex primeros ministros; hay catedráticos y gente de prestigio nominada por el presidente. Ha llegado a haber un director de música, Claudio Abbado.
Pero se dio poder a ambas cámaras. Así, cualquier cambio legislativo tiene que ser aprobado por las dos. Un ministro lleva a la cámara de diputados, éste la aprueba, va al Senado, allí cambian dos palabras, vuelve a la cámara, que cambia otras dos, y así sucesivamente en un juego de tenis que puede ser infinito.
La reforma que se vota en referéndum quiere dejar al senado con 100 senadores que representen a las regiones. De hecho, se llamaría Cámara de las Regiones. Pierde toda capacidad legislativa.
¿Qué alegan los que quieren el “no” en el referéndum?
El problema, y principal argumento de la oposición (todos los partidos Movimento Cinque Stelle hasta Forza Italia o Liga Norte), es que con esta ley que se carga el Senado, y la ya vigente, Italicum, que da el 55% de los votos al partido que consiga el 40%, el que gobierna tiene prácticamente todo el poder y el Legislativo se convierte en un brazo ejecutor del Ejecutivo.
El problema de verdad
El problema político real es que Renzi ha hecho muchos enemigos, y está desafiando al establishment italiano. No en vano llegó al poder diciendo que era Il Rottamatore, el desguazador, que iba a acabar con la vieja guardia de su partido porque no servían para nada. Y ahí está el hombre más poderoso de la izquierda italiana, Massimo D’alema, que le odia, y encabeza a los críticos a pesar de ser del mismo partido. Por supuesto, también Silvio Berlusconni y sus aliados de la derecha, que se reparten el resto del poder.
Renzi dijo que dimitiría, luego que no….
Renzi ha dicho que lo deja. Primero dijo que sí, luego que tal vez no, y lo último es que abandona si pierde. Al fin y al cabo, lleva ya 1.000 días como primer ministro, y eso en Italia es casi un récord.
¿Qué va a salir?
Martín de Santa Olalla cree que saldrá el sí. El arma secreta: los jubilados, 16 millones sobre 60. Van a votar sí al referéndum. “Pero los italianos son totalmente impredecibles, y la participación va a ser alta”, concluye.