Todos los jefes de la diplomacia de las grandes potencias vuelven a la mesa de negociaciones de Lausana este lunes para tratar de superar los últimos escollos a fin de sellar un acuerdo nuclear con Irán antes del 31 de marzo.
Tras año y medio de arduas negociaciones en Ginebra, Viena, Nueva York y Lausana, los negociadores están dispuestos a alcanzar un primer compromiso, un paso previo del acuerdo final que debe rubricarse para el 30 de junio.
El objetivo es impedir que Irán desarrolle armas atómicas. Para ello la comunidad internacional vigilará estrechamente su programa nuclear. A cambio, está dispuesta a levantar las sanciones que asfixian la economía iraní desde hace años.
El domingo por la noche, el ministro británico de Relaciones Exteriores, Philip Hammond, último en llegar a Lausana, dijo que espera un resultado positivo «en las próximas horas» a condición de que ponga «fuera del alcance» de Irán la bomba atómica.
«Llegar a un acuerdo es factible. Se han encontrado soluciones a numerosas cuestiones. Aún estamos trabajando en uno o dos asuntos. Las conversaciones se encuentran en su fase final y son muy complejas«, dijo el negociador iraní Abbas Araqchi a la prensa.
Pero todavía quedan escollos importantes que superar para llegar a un compromiso. El más espinoso es sin duda la suspensión de las sanciones vinculadas con la proliferación nuclear, adoptadas por la ONU desde 2006, y que Irán exige que se levanten en cuanto se concluya el acuerdo.
Sin embargo, los países occidentales defienden que se haga de forma gradual, en función del respeto de los compromisos adquiridos por Irán.
Teherán insiste también en poder llevar a cabo investigación y desarrollo para, sobre todo, para utilizar con el tiempo las centrifugadoras más modernas y más poderosas para enriquecer uranio.
Pero los países occidentales e Israel estiman que con el tiempo, el desarrollo de estas centrifugadoras permitirá a Irán reducir el «breakout», el tiempo necesario para obtener suficiente uranio enriquecido que le permita fabricar la bomba atómica.
En cambio, otros puntos de fricción de la negociación parecían superarse, según fuentes de las dos partes.
Por ejemplo, el que se refiere al número de centrifugadoras. Irán habría aceptado reducir a 6.000 las 20.000 actuales, de las cuales la mitad está en servicio.
Asimismo, la planta subterránea de Fordo, cerca de la ciudad santa de Qom, podría seguir activa pero con condiciones muy estrictas.
En cambio, Irán ha desmentido categóricamente que haya aceptado exportar todo o parte de su stock de uranio poco enriquecido, que se eleva a unas 8.000 toneladas.
«No tenemos la intención de enviar los stocks de uranio enriquecido al extranjero. Pero hay otras soluciones que permiten crear confianza», dijo Araqchi. Al ser preguntado este domingo si era «optimista» sobre un eventual acuerdo, el jefe de la diplomacia rusa, Serguei Lavrov, que no suele morderse la lengua, respondió: «No me pagan para ser optimista».
Pero su homólogo estadounidense matizó: «no te pagan »bastante» para ser optimista».