A Joseph Paul Franklin, a quien se le atribuyen 22 asesinatos entre 1977 y 1980 y quien fue sentenciado a varias cadenas perpetuas, fue condenado a la pena capital por el asesinato de Gerald Gordon a las afueras de una sinagoga en St. Louis, Misuri, en 1977.
Una corte de apelaciones había levantado horas antes en la jornada la suspensión de la ejecución, dictada por una jueza que cuestionó la droga que iba a ser utilizada para cumplir la pena de muerte, alegando que el uso de pentobarbital para la inyección letal conllevaba un alto riesgo «de dolor innecesario, más allá del requerido para dar muerte».
La fiscalía apeló ese fallo y este miércoles una corte de apelaciones afirmó que los abogados de Franklin no habían presentado suficientes pruebas para garantizar el aplazamiento de la ejecución.
Por su parte, la jueza federal Carol Jackson también había ordenó la suspensión de la ejecución sobre la base de que Franklin no era mentalmente competente. La fiscalía apeló también este fallo.
Dejó a Larry Flint en silla de ruedas
Franklin disparó contra Larry Flynt en 1978 a las afueras de un tribunal donde el productor de cine pornográfico respondía por acusaciones de obscenidad. Pero Franklin nunca fue juzgado por ese caso.
Flynt, de 70 años y en silla de ruedas producto de ese ataque, señaló el mes pasado que le gustaría «infligir daño» a Franklin pero no verlo morir.
«En mi opinión, la única motivación en la que se basa la pena de muerte es la venganza y no la justicia y yo pienso firmemente que un gobierno que prohíbe la muerte entre sus ciudadanos no debería dedicarse a matar gente», afirmó Flynt en una columna publicada en Hollywoodreporter.com