Bensouda ha explicado que, desde su puesto en el TPI, todavía es testigo de la prevalencia de la violencia contra la mujer a través de crímenes sexuales o de género, como violaciones, trata o matrimonios forzados. «Que haya una sola mujer sujeta a estos males en cualquier parte del mundo es demasiado», ha afirmado.
Pero no se trata únicamente de un caso, sino que es una lacra que afecta a todo el mundo. Según un informe de Naciones Unidas, solo en la Unión Europea, del 45 al 55 por ciento de las mujeres han sufrido acoso sexual desde los 15 años de edad y 4,5 millones de personas son víctimas de la explotación sexual forzada –de las cuales un 98 por ciento son mujeres y niñas–.
Está reconocido por el Derecho Internacional que la violencia de género constituye un crimen que ofende al conjunto de la Humanidad, ha señalado la fiscal.
El Estatuto de Roma –tratado fundacional del TPI– fue el primer instrumento internacional que reconoció los actos de violencia de género como crímenes contra la Humanidad y de guerra, tanto en conflictos nacionales como internacionales. Además, codificó los delitos de violencia sexual que aspiran a la destrucción, total o parcial, de grupos nacionales, étnicos, raciales o religiosos como actos de genocidio.
Sin embargo, solo dos terceras partes de los países han prohibido la violencia doméstica y únicamente 52 estados (de 195) han penalizado explícitamente la violación en el interior del matrimonio.
Durante su discurso, Bensouda ha señalado que su deber va más allá de llevar ante la justicia a aquellos que cometen esta clase de crímenes y ha destacado la importancia de una labor de prevención. «Prevenir los crímenes contra la mujer debe ser un esfuerzo colectivo y de interés prioritario para la agenda global de la nueva centuria», ha afirmado. De hecho, la prevención ha sido el tema de 2015 para el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, presentado en el primer Marco de Naciones Unidas a este respecto.
«De acuerdo con mi mandato, no escatimaré esfuerzos en señalar la responsabilidad de aquellos que cometen crímenes tan atroces. Donde otros corren un velo yo, como fiscal, los perseguiré», ha mantenido. Este órgano aspira a «llevar esperanza» a las víctimas de la violencia machista, así como a revertir la marginalización social que permite mantenerla.
«Hoy, encendemos un rayo de luz para erradicar esta lacra. La desafortunada verdad nos recuerda que la violencia machista persiste y que las mujeres del mundo sufren sus consecuencias», ha afirmado Bensouda.