La huelga tiene carácter indefinido y ha sido descrita por el principal grupo de oposición civil sudanés, la Asociación de Profesionales Sudaneses (APS), como una «pacífica campaña de desobediencia civil» de la que quedan eximidos los médicos del país para garantizar el cuidado a los enfermos.
«Nuestra firme posición es que no sucumbiremos a la intimidación de las milicias del aparato de seguridad, a la Junta militar y a sus brigadas en la sombra. No podemos disfrutar de una vida decente bajo la tiranía de las milicias», ha manifestado la APS en una nota publicada en Twitter.
Los detenidos se habían visto horas antes con el primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, quien se había ofrecido como mediador entre los grupos civiles y la junta militar que ostenta ahora mismo el poder en Sudán para alcanzar un acuerdo para formar un gobierno híbrido de militares y civiles, que encamine el país a nuevas elecciones.
La actual junta militar que gobierna el país considera que el SPLM-N es un movimiento extremadamente volátil que podría terminar de descarrilar las conversaciones, en parte por el retorno de Arman, que podría presentarse como nuevo líder de la oposición.
Arman, que fue detenido el miércoles aunque en teoría se espera su pronta liberación, fue condenado a muerte in absentia por protagonizar una rebelión contra Al Bashir en 2011.
Varios líderes de oposición sospechan que esta persecución a los líderes del SPLM-N demuestra que la Junta Militar no es más que la prolongación de la autoridad de Al Bashir y que su cese no ha sido más que una pantomima.
Por último, la violencia ha terminado descarrillando unas conversaciones, difíciles de por sí. Una operación policial contra la »sentada» que desde hace semanas mantienen los sudaneses en la capital, Jartum, contra los militares, acabó saldándose con entre 61 y 100 muertos — según fuentes oficiales y grupos de oposición –.