Algunos miembros del Congreso de Estados Unidos albergan muchas dudas acerca de que el Servicio Secreto haya realizado todos los cambios necesarios entre sus mandos que evite nuevos fallos de seguridad como los que han venido ocurriendo en los últimos tiempos.
Dos semanas después de que el Servicio Secreto obligara a cuatro de sus altos cargos a dimitir, los legisladores todavía se preguntan si se debería haber destituido al segundo al mando, uno de sus miembros más influyentes.
Es al menos lo que cuenta Carol D. Leonnig en The Washington Post, que cita a miembros del Congreso de ambos partidos, quienes le habrían expresado su preocupación por el hecho de que se haya mantenido en su puesto a Alvin «AT» Smith, lo que a juicio de los congresistas significa que -en realidad- el Servicio Secreto no se ha reformado totalmente en su cúpula, a pesar de la ristra de fallos de seguridad y escándalos embarazosos que lo salpican en los últimos tiempos.
El agente Smith
Alvin Smith, alto funcionario desde hace casi una década y subdirector del Servicio Secreto desde 2012, supervisa las operaciones del día a día del organismo y fue un arquitecto clave a la hora de redactar sus presupuestos y diseñar sus políticas.
Personalmente, el cuestionado agente ha sido supervisor de los servicios responsables de los últimos errores, a pesar de lo cual está ayudando ahora a diseñar las prácticas para controlar el organismo en adelante.
En definitiva, el agente Smith es el funcionario de más alto rango que ha sobrevivido a los cambios en el sillón de mando del Servicio Secreto que comenzaron en octubre con la renuncia de la directora Julia Pierson y continuó este mes con la expulsión o retiro de seis ayudantes de dirección.
En este mes de febrero, el Oversight and Government Reform Committee invitará a Smith y al director interino Joseph P. Clancy al Congreso para que comparezcan y expliquen las razones principales que han motivado las últimas brechas de seguridad en torno a la Casa Blanca y al presidente Barack Obama.
Las discusiones sobre el papel de Smith en la protección del Presidente de EEUU ponen de relieve el dilema que enfrenta al gobierno de Obama en su intento de cambiar el organismo: limpiar el Servicio Secreto en sus altas esferas sin que ello signifique dejar al organismo sin personal que atesore la necesaria experiencia que se necesita para este trabajo tan especializado.