Obama y los demócratas y quién sabe si el mundo, por la influencia de EEUU se juegan mucho el 4N. ¿Qué pasaría si Obama perdiera el Senado, algo que no es tan complicado a la vista de su escasa popularidad? Hay claves importantes en unas elecciones en las que los afroamericanos y latinos tienen mucho que decir, porque suelen quedarse en casa por las legislativas.
Las relaciones con Irán, las acciones contra el grupo Estado Islámico, comercio exterior e incluso el emblemático plan «Obamacare» son temas que los republicanos abordarían con prioridad si llegan a dominar el Congreso tras las elecciones del martes.
Los republicanos, con mayoría en la Cámara de Representantes, tienen grandes chances -según los sondeos- de captar el Senado hasta el final del mandato de Barack Obama en 2017.
Al quedar las dos cámaras del Congreso bajo dominio opositor, la Casa Blanca encara posibles trabas a sus proyectos.
Por ahora ninguna agenda legislativa ha sido anunciada, pero los dirigentes republicanos ya han dejado ver sus prioridades.
– Irán: Republicanos y demócratas intentaron votar a inicios de 2014 nuevas sanciones económicas contra Irán para presionar al país en las negociaciones sobre su programa nuclear, pero el jefe de la mayoría demócrata bloqueó esta posibilidad.
Un Congreso dominado por republicanos podría rebelarse contra una prolongación de estas negociaciones, que deben culminar el 24 de noviembre a cambio de un nuevo alivio de sanciones.
– Grupo Estado Islámico (EI): Republicanos y demócratas tienen divisiones internas entre una facción intervencionista y otra aislacionista. Muchos reclaman un debate sobre la autorización del uso de la fuerza contra el EI, pero el tema es incierto. Para John Boehner, presidente republicano de la Cámara, el debate debe esperar hasta que en enero asuman sus funciones los legisladores electos el martes.
– TLC: Bob Corker se convertirá en presidente de la Comisión de Asuntos extranjeros del senado si los republicanos ganan en las urnas. El senador se mostró recientemente favorable a concluir rápidamente los acuerdos negociados con la Unión Europea, por un lado, y con varios países asiáticos, por el otro (Asociación Transpacífica, TPP, por sus siglas en inglés).
– Keystone XL: la construcción del oleoducto para transportar arenas bituminosas desde el oeste de Canadá hacia refinerías en el golfo de México es una prioridad republicana. La Cámara votó siete veces en vano para autorizar la obra, pero la administración de Obama continúa postergando la decisión para estudiar su impacto ambiental. Un Senado de mayoría republicana daría rápidamente su aval al proyecto, que permitiría crear 20.000 empleos directos y mejorar la independencia energética de América del Norte.
– Carbón: A la espera de convertirse en el hombre fuerte del Senado, el republicano Mitch McConnell, quien representa al estado de Kentucky (centro-este), donde las minas de carbón cierran una tras otra, apunta a revisar las nuevas normas de emisión de CO2 para las plantas de carbón, lo que liquidaría el plan de la Casa Blanca para reducir 30% en 2030 las emisiones de las centrales eléctricas existentes.
– Reforma del sistema de salud: el plan «Obamacare», que entró en vigor el 1 de enero pasado, representa para los republicanos el símbolo de un Estado demasiado derrochador. La facción más conservadora reclamará una derogación total, pero «es necesaria la promulgación del presidente y nadie piensa que va a firmar», reconoció Mitch McConnell. El senador apunta a derogar un impuesto a los dispositivos médicos y la obligación universal de estar asegurado.
– Reforma gubernamental: el senador Kevin McCarthy, jefe de la mayoría republicana en la Cámara, asegura que su programa legislativo en 2015 incluirá una «reforma y racionalización de las administraciones federales para que el Estado funcione como debería».
Los jueces federales y los altos cargos militares o administrativos designados por Obama requieren de una confirmación por voto del Senado. Ante una mayoría republicana, el presidente verá su capacidad de designación limitada, lo que preocupa a los demócratas cuando se acerca el retiro de uno de los nueve jueces de la Corte Suprema.
Cuba: Ni hablar del fin del bloqueo: En 2004, cuando Barack Obama se presentaba como candidato a senador, se posicionó en contra del bloqueo, pero cuatro años más tarde, ya con la vista puesta en la Casa Blanca, retrocedió en una promesa que parecía quedar demasiado grande en un país donde el »lobby» pro embargo seguía teniendo gran peso, tanto a nivel político como económico.
No pocos recuerdan ahora que a Obama le quedan sólo dos años en la Casa Blanca para dar el que sería un paso histórico para Washington en sus relaciones con América Latina.
Como presidente, Obama ha suavizado restricciones sobre viajes o remesas, pero sin revisar las históricas sanciones. Ahora, el »lobby» pro embargo parece más debilitado y figuras emergentes o de futuro, como la ex secretaria de Estado Hillary Clinton, piden abiertamente el fin de una política que consideran fracasada.
El periódico »The New York Times» abogó en un reciente editorial por el fin del bloqueo, aunque según el expresidente cubano Fidel Castro lo hizo para defender los intereses políticos de Estados Unidos y no por solidaridad con la isla. En el caso de que los republicanos ganen, la idea del fin del bloqueo parece una quimera.