“No vamos a permitir que las amenazas detengan el trabajo que hacemos para proteger a los niños”, expresaba Judith Léveillée, representante adjunta de UNICEF en República Centroafricana. Así de tajante se han mostrado desde Unicef como consecuencia de las crecientes tensiones y la violencia que se vive en la República Centroafricana como consecuencia de los intentos de los insurgentes de derrocar el gobierno de la actual presidenta Catherine Samba Panza.
No es el primer colectivo que denuncia la impotencia que sienten por no poder hacer nada por ayudar a los civiles, Médicos sin Fronteras también ha sido muy crítico con la situación que se vive en Bangui, capital de la RCA. De hecho denunciaban que debido a las barricadas y a los continuos ataques y violencia se habían visto obligados a suspender su actividad en distintos barrios de Bangui, principalmente donde vive la mayor parte de la población musulmana.
MSF relataba situaciones terribles: uno de los cooperantes recordaba cómo una madre se le acercó con su hijo en brazos, pero no pudo hacer nada por ayudarle, el pequeño ya estaba muerto pero tampoco tenía forma humana de asistirle. El pasado 7 de octubre, momento en el que se produjo el mayor estallido de violencia tras el conflicto de 2012-2013, resultaron heridos 13 médicos de la organización, uno de ellos perdió la vida como consecuencia de los ataques.
¿Por qué volvió el estallido de la violencia a Bangui?
Todo comenzó el 7 de octubre pasado, entonces las milicias “antibalaka”, de credo animista y cristiano, se rebelaron contra la actual presidenta en el poder, Catherine Samba-Panza. La tacharon de corrupta y días más tarde se unieron a esta exigencia las milicias rivales musulmanas, los que se conocían tiempo atrás como los “seleka”. El detonante fue el lanzamiento de una bomba de granada y el crudo foco de violencia duró hasta unos diez días, hasta el 17 de octubre. Esos diez días de horrores dieron como resultado 13 muertos, 242 heridos y más de 6.000 desplazados al país vecino, en la República Democrática del Congo, otro de los puntos de violencia en África con uno de los índices de inseguridad mayor para su población.
Las ONG de ayuda humanitaria encontraron durante estos días, y también en la actualidad, numerosas dificultades para llevar a cabo su labor. La ONU cuenta en sus informes que cerca de 24.000 musulmanes están solicitando la evacuación del país como consecuencia de la creciente tensión que se han encontrado en los últimos tiempos. Unicef reitera que es necesario prestar atención al problema de los niños: “Debemos hacer todo lo posible por llevar ayuda a los niños de República Centroafricana. Necesitan apoyo de forma desesperada y están en peligro de ser olvidados por el mundo”.
Más de 2,3 millones de niños se han visto afectados por la crisis de Bangui
“Hemos sufrido ataques sin precedentes contra trabajadores humanitarios este mes en República Centroafricana”, denunciaba Léveillée, de Unicef. “Necesitamos accesos humanitarios seguros y sin impedimentos para llevar ayuda de emergencia a los niños vulnerables y a sus familias, y hacemos un llamamiento a las partes en conflicto para garantizar nuestro acceso a las personas que lo necesitan”, agregaba.
Desde que comenzara la crisis de Bangui más de 2,3 millones de niños se han visto afectados como consecuencia de la violencia en las calles. La organización denuncia que incluso las mujeres embarazadas no han tenido la posibilidad de acceder a los hospitales por los cortes de las carreteras.La situación es desesperada, hace falta agua, medicina, alimentos… La ONU estima que cerca de 410.000 personas se cuentan entre los desplazados internos.
Rebelión en 2012
Tras la guerra civil que asoló al país en 2004 en 2012 tuvo lugar otro estallido de violencia en la República Centroafricana. Muchos de los insurgentes que se rebelaron contra su anterior presidente François Bozizé, y contra el ejército gubernamental ya eran excombatientes de la guerra civil. Esta se produjo como consecuencia de la ruptura de los tratados de paz que se acordaron en 2007. Según la organización Human Rights Watch durante este conflicto se incendiaron más de 10.000 casas, cientos de civiles fueron asesinados y cerca de 200.000 personas se vieron obligadas a su desplazamiento forzoso.
Fueron más de 600 muertos en un conflicto en el que tuvo que intervenir el gobierno francés enviando a cerca de 1.600 soldados ante la gravedad de la situción.
Entonces decidió intervenir, apoyado por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, porque sus intereses se hayan focalizados en la región. Parte de las exportaciones de Uranio se extraen en Níger y se trasladan a París.