Las mujeres occidentales que se unen a los militantes del Estado Islámico (EI) están movidas por la misma pasión ideológica que los hombres y son potencialmente peligrosas, no víctimas, dice un estudio de un instituto de análisis de Londres. El documento difundido cifra en 550 las mujeres occidentales que han viajado a Irak y Siria para casarse, cuidar la casa y tener hijos con yihadistas.
A pesar de que se les prohíbe combatir, son propagandistas activas. «El lenguaje violento y dedicación a la causa es tan fuerte como el que encontramos en algunos de los hombres», dijo el experto en extremismo Ross Frenett, del Instituto para el Diálogo Estratégico, coautor del nuevo informe.
«La preocupación es que cuando EI pierda terreno, como todo el mundo espera que lo haga, estas mujeres pasarán del mundo doméstico en el que están ahora a uno más violento», dijo a la AFP.
Mucho se ha escrito acerca de las mujeres jóvenes que van a convertirse en «novias yihadistas«, pero la narrativa dominante de la muchacha atraída por nuevas sensaciones tiende a arrinconar la importancia de su propia fe y convicciones.
Frenett y sus colegas investigadores han estado vigilando a cientos de mujeres en las redes sociales, pero se centraron en el estudio de 12 mujeres de Austria, Gran Bretaña, Canadá, Francia y Holanda que están viviendo con el grupo en Irak y Siria.
Algunas de ellas jalearon las decapitaciones sangrientas realizadas por los militantes -«me hubiera gustado hacerlo», dijo una después del asesinato del periodista estadounidense Steven Sotloff-, maldicen a los gobiernos occidentales y lloran el sufrimiento de los musulmanes.
«Mi mejor amiga es mi granada … Además, es estadounidense. Que Alá permita que mate a sus soldados Kanzeer [cerdo] con sus propias armas», escribió otra.
Las mujeres también proporcionan consejos y ánimo a otras mujeres que piensan en unirse.
«Reclutan activamente a las mujeres y les proporcionan asistencia y referencias para ir a territorio controlado por el EI», dijo Frenett.
«Y además animan a cometer atentados terroristas en sus países».
Acercarse a una utopía islamista
«Se ha dado un ángulo ciego por el género, que hace que las mujeres sean percibidas como víctimas más que como terroristas potenciales», explicó a la AFP Jayne Huckerby, profesora asociada de la facultad de derecho de la universidad estadounidense de Duke, especialista en mujeres y extremismo.
«Los políticos han ignorado y subestimado el terrorismo femenino, tanto los motivos para irse como los papeles que juegan ahí».
Huckerby dijo que muchas mujeres se van a Siria e Irak desde países occidentales por las restricciones a la práctica de su fe, y por la aventura y la emoción de acercarse a una utopía islámica.
Su papel más trascendente, además del de ser esposas y madres, es explicar al mundo exterior como es la vida cotidiana bajo el EI, combinar los mensaje violentos con sus fotos cocinando.
«Son muy importantes para cambiar la imagen de Estado Islámico de grupo terrorista a constructores de un Estado», dijo Huckerby.
Pero también quieren combatir. Melanie Smith, del Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización (ICSR) en el King»s College de Londres, mantiene una base de datos de alrededor de 70 mujeres de Estado Islámico.
Smith dijo que las mujeres británicas están incitando ataques al sugerir a las personas que no pudieron viajar a Irak y Siria que actúen en casa.
«Se puede ver a las mujeres en internet frustradas por el hecho de que no pueden luchar y sugiriendo la una a la otra hacer otra cosa», dijo al periódico The Observer.
La familia, clave para evitar que se vayan a Siria e Irak
A pesar de su pasión, muchas de las mujeres en la investigación de Frenett tenían dificultades para dejar atrás a sus familias, y dijo que esto podría ser la clave para mantenerlas en casa.
«La barrera más grande para que ellas se vayan, tanto por lo emocional y los detalles prácticos, no es el Estado, es su propia familia», dijo, subrayando que las autoridades deben apoyar más a los padres.
También abogó por procurar una vía de regreso a las mujeres que llegan a Irak y Siria y se desilusionan, lo que suele ocurrir cuando sus maridos mueren luchando.
«Es necesario que haya un camino disponible para ellas», dijo.