Según fuentes locales citadas por la emisora Studio Tamani, los ataques fueron llevados a cabo por «un centenar de hombres armados no identificados» que llegaron a Gangafani 2 y Yoro a bordo de motocicletas.
La localidad de Gangafani 2 fue atacada en torno a las 17.00 horas del lunes, donde 17 personas fueron asesinadas, entre ellas un cargo electo, y varios miembros de un grupo de autodefensa fueron secuestrados. Sin embargo, no provocaron daños materiales en la aldea, como en incidentes similares anteriores.
Posteriormente, los atacantes se dirigieron hacia Toro, donde mataron a 24 personas. El Ejército ha enviado un destacamento a la zona para reforzar la seguridad, sin que se sepa quién ha estado detrás de estos incidentes.
El prefecto de Bandiagara, Sirima Kanouté, ha llamado a la calma a la población, después de que numerosos residentes hayan empezado a huir por temor a una posible represalia.
El presidente de Malí, Ibrahim Boubacar Keita, prometió la semana pasada que el Gobierno procederá a desarmar a todos aquellos que tengan armas de forma ilegal en el país, al tiempo que negó la existencia de un conflicto intercomunitario a raíz de los continuados ataques contra peul y dogon en Mopti.
Keita visitó el 13 de junio la localidad de Sobane, de mayoría dogon, atacada días antes presuntamente por peul armados, según algunos responsables locales, y se reunió con algunos de los supervivientes del ataque, que dejó 35 muertos, entre ellos 24 niños.
«Los dogon y los peul son dos comunidades que siempre han vivido en perfecta simbiosis», sostuvo. «Todos aquellos que elaboran hoy en día tesis dudosas deberían revisar su copia», sostuvo. En todo caso, añadió, «no hay que echar más leña al fuego: no existe ningún conflicto interétnico, lo digo claramente».
Según Keita, lo que hay es «una excrecencia de lo que hemos vivido en el norte y que todavía seguimos viviendo en el norte pero que quiere enmascararse». Sin embargo, «no nos sorprenderá porque sabemos de qué se trata», agregó.
POSIBLES REPRESALIAS
El presidente se refirió así a la revuelta tuareg que estalló en 2012 en el norte del país aprovechando el vacío de seguridad tras un golpe de Estado. El levantamiento fue rápidamente secuestrado por diversos grupos islamistas armados, lo que forzó la intervención militar de Francia cuando empezaron a avanzar hacia el centro del país.
Las autoridades malienses temían que se produjeran actos de represalia contra la comunidad peul, habida cuenta además de que la milicia Dan Nan Ambassagou, acusada de la masacre de más de 150 peul en Ogossagou en marzo, anunció el inicio de «la lucha por la salvaguarda de la dignidad y la libertad» de los dogon.
La comunidad peul, que tradicionalmente se dedica al pastoreo, es vista con suspicacia en la zona ante la creciente presencia de grupos islamistas, ya que estos han encontrado en los jóvenes peul una importante fuente de reclutas porque se sienten abandonados por el Estado central. Como resultado, los incidentes y enfrentamientos con otras etnias como la dogon, dedicada a la agricultura, se han hecho cada vez más frecuentes.
Los milicianos islamistas han explotado desde hace mucho las tensiones entre los grupos étnicos en el Sáhara y el Sahel para expandir sus operaciones y reclutar a nuevos miembros.
Los datos del Armed Conflict Location & Event Data Project (ACLED) muestran que la violencia intercomunitaria ha causado más muertos que los grupos yihadistas en Malí en lo que va de año, por primera vez desde que lleva a cabo un recuento.