Los combatientes del grupo radical Estado Islámico (EI) tomaron este jueves el control de zonas de mayoría cristiana ubicadas en la provincia de Nínive, en el norte de Irak, lo que provocó la huida de miles de familias.
Los yihadistas se hicieron con Qaraqosh, la mayor ciudad cristiana de Irak, con alrededor de 50.000 habitantes. La ciudad servía de refugio para los cristianos que habían huído de Mosul, a tan solo 30 kilómteros. Teinteresa ya publicó la situación dramática de la ciudad, que ha acabado por sucumbir ante la violencia yihadista.
El patriarca caldeo, Louis Sako, calificaba ayer la huida de unos 100.000 cristianos de la zona de «desastre humanitario». Según denunciaba el religioso, los radicales habían quitado las cruces de las iglesias y quemado 1.500 manuscritos ante la incapacidad del gobierno y de las autoridades kurdas para evitar la tragedia.
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También ocuparon las localidades de Al Hamdaniya y Telkif, al norte de Mosul, capital de Nínive, después de expulsar en combates a las tropas kurdas o «peshmergas» de esas dos zonas.
Asimismo, los extremistas lograron controlar también las áreas de Bertala, Al Kuir y Bashiqa, habitadas por una población mixta de musulmanes y cristianos, próximas a la frontera de Erbil, capital de la región autónoma del Kurdistán iraquí.
Miles de familias abandonaron sus hogares y huyeron hacia el vecino Kurdistán en busca de lugares más seguros, según las fuentes, que aseguraron que hasta el momento se desconoce la cifra de víctimas de los ataques de los yihadistas.
En junio pasado, el EI se hizo con el control de Mosul, la segunda ciudad de Irak, y a partir de entonces continuó con su conquista hacia otras regiones, entre ellas Sinyar, lo que le acerca al último paso fronterizo con Siria que le falta por dominar.
Al hacerse con el control de Sinyar hace tres días, el EI desencadenó una crisis humanitaria que ha sido denunciada por la ONU, ya que los residentes de la ciudad tuvieron que huir a las montañas de los alrededores, donde permanecen atrapados.
Se calcula que unos 200.000 civiles se encuentran desplazados, la mayoría de ellos kurdos pertenecientes a la comunidad religiosa yazidí, que se han refugiado en las montañas cercanas.
La UNICEF denunció el martes que al menos 40 niños habían muerto en las montañas «como consecuencia directa de la violencia, el desplazamiento y la deshidratación que sufrieron en los últimos dos días» y pidió ayuda urgente para los cerca de 25.000 menores «atrapados en las montañas que rodean Sinyar».
Médicos Sin Fronteras ha instalado equipos móviles y un campamento temporar en Dohuk, ciudad que ha recibido miles de refugiados en los últimos días. La organización ha distribuido agua potable y galletas en la frontera y ha proporcionado ayuda médica a todos aquellos que estuviesen cansados, hambrientos o sedientos. Algunos no habían comido desde hace días. No obstante, advierte que debido a la deteriorada seguridad, la frecuencia de sus actividades ha decaído.