“Es una irresponsabilidad de los padres. Yo no estoy de acuerdo a que se dediquen al trabajo”: esta es la opinión de una ciudadana peruana cualquiera. El trabajo infantil no está bien visto, no sólo en Perú sino en todos los países del mundo. Sin embargo, en algunos países es una necesidad. Así ocurre en Bolivia, donde ya que se han visto obligados a trabajar, al menos las agrupaciones de menores han conseguido negociar con el propio Senado una mejora en sus condiciones laborales: ya que, por necesidades familiares, tienen que trabajar, al menos lo harán en condiciones dignas.
“Lo único que van a encontrar es abusos”, asegura otro ciudadano peruano. Al igual que ocurre en Bolivia, Perú tiene una tasa muy alta de niños trabajadores. Más de un millón y medio de menores de edad se ve obligado a trabajar en el país latinoamericano, de los cuales 832.000 son niños de entre seis y 13 años, y 826.000 entre 14 y 17 años.
Cuando tenía 14 años, Miguel Valenzuela ya luchaba en Perú por defender sus derechos como niño trabajador. El joven Miguel, que ahora tiene 16 años, formaba parte del Movimiento de Adolescentes y Niños Trabajadores Hijos de Obreros Cristianos (MANTHOC), una organización que aúna a cerca de 5.000 niños y niñas y que reivindica la dignidad del trabajo en Perú.
Después de salir de la escuela, Miguel se iba a trabajar en el negocio de su madre, vendiendo productos para fiestas infantiles. El joven no ve su trabajo como algo extraño ya que, como entonces contó a la BBC, su madre también había empezado a trabajar joven, con tan solo 12 años.
El joven se convirtió en delegado nacional de Manthoc después de haberse unido a esta organización con tan solo siete años. Un líder sindicalista nato, que lucha por uno de los objetivos principales de la organización: defender los derechos de los niños trabajadores y persuadir al Gobierno para que fomente determinadas medidas que mejoren la calidad del empleo infantil.
Lejos de lo que su edad puede llegar a hacer pensar, cuando Miguel tenía sólo 14 años ya tenía clara la diferencia entre el trabajo y la explotación. “Lo que habría que erradicar son las peores formas de trabajo: la prostitución, la trata de niños, el trabajo en las minas, la venta de drogas… Eso son delitos”, explicaba.
“Nosotros apoyamos el trabajo digno, como el mío”, añade.