España tiene que focalizar su ayuda al desarrollo en Latinoamérica y jugar un papel más activo en la configuración de la agenda post-2015, articulada desde Naciones Unidas, y que incluya otros elementos además de la pobreza, como por ejemplo iniciativas medio ambientales culturales.
Así se desprende del último informe publicado por el Real Instituto Elcano, “Elementos para el posicionamiento de España en la construcción de la agenda de desarrollo global” en el que este centro de investigación analiza la participación de España en el desarrollo de los planes de desarrollo global cuando queda menos de un año para que concluya el plazo establecido para llevar a cabo los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), en 2015.
En los años anteriores España no trazó una estrategia. “No se han definido unos objetivos concretos sino que nos hemos “limitado” a poner en marcha un programa “que ha sido impuesto” desde fuera, explica la investigadora Iliana Olivie. Sin embargo, ahora que se inicia la configuración de un nuevo marco la actitud de España, como miembro de la OCDE, tendría que cambiar.
Iliana Olivie desataca que es una «oportunidad» para España que pueda posicionarse estratégicamente en la elaboración de los nuevos objetivos de desarrollo global, de cara a «tender puentes» hacia los países de América Latina y el Norte de África, en los que tiene «una posición privilegiada» que no tienen otros países europeos, «al margen de la presencia que se perfile y se mantenga en África Subsahariana».
La agenta post 2015 en un mundo que ha cambiado
El nuevo marco mundial en el que se desarrollarán los nuevos objetivos de desarrollo es «muy distinto» al escenario en el que se elaboraron los ODM. Donantes emergentes, cooperación sur sur, cooperación triangular…son nuevos elementos en torno a los que se vertebra el nuevo escenario post 2015. Por poner un ejemplo, de las 30 economías mundiales al menos 13 son países en desarrollo o emergente. La economía china ya es la 2º mundial, la de Brasil supera a la de Reino Unido e India y Rusia ya superan a Canadá.
Por ello, la investigadora ha insistido en la necesidad de pasar de «una visión estrecha» de la financiación global del desarrollo a una «visión más amplia«. Para ello ha destacado la necesidad de incluir la lucha contra las desigualdades económicas y sociales en la agenda.
Además, en este nuevo escenario, se perfilan también otros nuevos cambios. El primero relacionado con la clase política, “siguen anclados en los antiguos planes» en los que se elaboraron los OMD y «no tienen en cuenta que el mundo ha cambiado». Y, aunque todavía sin perfilar, sobre la mesa está la posibilidad de que los agentes privados canalicen la ayuda al desarrollo. Si bien es cierto que este cambio de paradigma ha adquirido mucha importancia en los últimos años “es preciso definir las opciones y el valor estratégico”, concluye