El llamado conflicto sectario entre las dos corrientes mayoritarias de islam, los chiíes y los suníes, ha ido en aumento en la última década. La división del islam en estas dos facciones se produjo hace más de catorce siglos por una disputa de liderazgo de la comunidad islámica tras la muerte del profeta Mahoma.
Aunque la mayoría de musulmanes respeta y convive en armonía con los miembros de la facción contraria, los gobiernos de turno siguen utilizando como pretexto las necesidades de imponer una sobre otra con el fin de aglutinar poder. Así, el conflicto sectario toma nuevos bríos en el siglo XXI.
Baréin
En Baréin, uno de los países más pequeños de la región con menos de 700.000 habitantes, son los chiíes los que están discriminados, Pese a constituir el 90% de la población son gobernados por la familia real suní Al Khalifa.
Los chiíes no pueden acceder a ningún puesto del gobierno o del poder y, ni siquiera pueden formar parte los cuerpos de policía o del ejército. La convivencia civil existe, pero la discriminación política es total.
Los episodios de protesta que ha vivido este pequeño país en el contexto de la primavera árabe han sido calificados por las autoridades bahreiníes como una estrategia sectaria de Irán por avivar el conflicto entre la población chií.
Siria
En Siria, pasa todo lo contrario, una mayoría de población suní es gobernada por una minoría alauí, una subfacción del chiismo, que representa tan solo un 10% de la población. Los cargos de poder del gobierno del presidente sirio, Bashar al Assad, están en manos de esta minoría.
En el contexto de las protestas que desde hace meses demandan procesos de democratización en el país, el régimen acusa a países de gobiernos suníes, como Arabia Saudí, de organizar un complot en su contra. Así, las autoridades sirias han señalado a el reino saudí como fuente de financiación de grupos de la oposición de inspiración wahabí, subfacción suní.
Irak
Irak vive una fuerte oleada de atentados de radicales suníes contra chiíes por la decisión del primer ministro chií, Nuri al Maliki, de ordenar el arresto del vicepresidente suní, Tareq al Hashemi, por supuestamente dirigir un escuadrón de la muerte.
Tras las elecciones de 2010, hubo un acuerdo de reparto de poder entre chiíes, suníes y kurdos, pero los políticos suníes se quejan de que se les deja fuera del proceso de toma de decisiones y niegan las acusaciones atribuidas por el presidente a Al Hashemi.
Los atentados contra la minoría chií son también frecuentes en Pakistán. Los chiíes son objeto de los atentados planeados por organizaciones integristas de corte suní, corriente que predomina en este país. Punyab y la provincia sureña de Sindh, cuya capital es Karachi, son algunas de las zonas más afectadas por la acción de estos grupos.
Afganistán
En Afganistán, la imagen de la niña del pañuelo verde rodeada de muertos y heridos nos conmocionaba el pasado diciembre. Dos ataques contra chiíes durante la conmemoración del Ashura (día en que Husein, tercer imán de los chiíes y nieto del profeta Mahoma, fue asesinado) dejaron casi un centenar de muertos.
A diferencia de otros países como Pakistán o Irak, los atentados sectarios no son tan habituales en Afganistán, país en que los chiíes representan un 20% frente a una mayoría suní, en la que se enmarca la insurgencia talibán.
Arabia Saudí
En Arabia Saudí el conflicto se concentra en las provincias orientales de Al Ahsaa y Qatif, donde se encuentran grandes reservas de petróleo y reside la comunidad chií, que representa una minoría de un 15% frente a la mayoría suní, corriente por excelencia de la monarquía saudí.
Desde hace años, estas áreas con mayoría chií se quejan de la marginación legal que sufren por no poder acceder a puestos públicos ni poder servir en el Ejército.
Las pocas manifestaciones que ha habido en el reino por la primavera árabe han sido promovidas, según el gobierno saudí, por grupos extranjeros, a los que también responsabiliza de los asesinatos de miembros de la minoría chií.
Irán
Por el contrario, en la República Islámica de Irán, símbolo de la corriente chií, los suníes son los que sufren los hostigamientos del gobierno. Las autoridades llevan décadas sin autorizar la construcción de mezquitas para los miembros de la comunidad suní y les obligan a seguir las celebraciones religiosas lideradas por un imán, algo que va en contra de la moral suní, que no reconoce la autoridad clerical.
Los suníes han denunciado en diversas ocasiones la persecución que sufren por parte de la policía, que incluso ha llegado a rodear casas de suníes para evitar que se reúnan a rezar.
Yemen
El conflicto sectario en Yemen se localiza en el norte del país, donde la tribu huti (chií) controla la provincia de Saada desde el 2010, tras una década de enfrentamientos con las tropas yemeníes.
El conflicto se ha recrudecido desde noviembre, cuando los chiíes provocaron la muerte de unas treinta personas en una ataque a una escuela salafí (grupo fundamentalista suní) en la ciudad de Demash.