Siria e Irak son una sola. El avance de los insurgente suníes en Irak trae a escena un nuevo escenario que sitúa a Irak en medio de una guerra fría entre Irán y Arabia Saudí. Defensores de los chiíes y los suníes respectivamente, esta narrativa lleva a ambos a buscar la supremacía en Oriente Medio. ¿De dónde viene la rivalidad entre Irán y Arabia Saudí? “La intensa y directa competencia entre Irán y Arabia Saudí por la influencia regional en el Golfo Pérsico en concreto y Oriente Medio en general es un fenómeno reciente”, explica Fatiha Dazi-Héni, que tiene su origen en la invasión estadounidense de Irak en 2003.
“La eliminación del régimen de Saddam Husein en Bagdad alteró de forma fundamental el equilibrio de poder en el Golfo Pérsico”, explica la experta.
Arabia Saudí, con sus inmensas reservas de petróleo, una respetable base demográfica y un enorme arsenal de sofisticado armamento comprado a Occidente, principalmente a Estados Unidos, “se encuentra en el centro del sistema del Golfo Pérsico”. Su disputa geoestratégica con Irán y su autoproclamado papel de protector de los intereses sunníes frente a Irán y sus correligionarios chiíes en Iraq y el levante han incrementado su valor como principal Estado árabe de influencia, y no Qatar. Teherán es la que ha salido ganando más con los cambios geopolíticos que tuvieron lugar después de la caída de Saddam Husein en Iraq y el derrocamiento del régimen talibán en Afganistán. Sin embargo, la Primavera Árabe va en contra de los esfuerzos de Teherán por expandir su influencia en Oriente Medio.
La guerra civil siria se convirtió en un nuevo catalizador de la reafirmación ideológica y de la intensidad de la rivalidad regional entre Arabia Saudí e Irán. Y ahora, la situación entre sunníes y chiíes en Iraq enciende aún más ese enfrentamiento silencios.