El grupo yihadista Estado Islámico no solo amenaza la supervivencia de los cristianos de Irak, sino también la de los musulmanes moderados, incluso los de confesión suní.
Una gran parte de la población iraquí, de cualquier religión o etnia, vive el drama del refugiado repudiado. Los refugiados viajan de pueblo en pueblo, sin otro objetivo que el de resistir, pues, además, a muchos no se les permite ingresar dentro del Kurdistán irakí, donde la mayoría de los cristianos han conseguido resguardarse.
La obsesión por imponer la versión más radical de la ley islámica, no discrimina confesiones: ni las mezquitas consiguen salvarse de la barbarie de los militantes islamistas del Estado Islámico. Los miembros de EI han destruido este jueves la mezquita de Jonás, venerada tanto por judíos, musulmanes y cristianos. El valor religioso de la mezquita era enorme, ya que recibía peregrinos de todas las confesiones. En la misma línea, EI ordenó esta semana la ablación femenina de todas las mujeres entre la adolescencia y los 49 años.
Los refugiados sobreviven “desesperados” en casas abandonadas, mezquitas y escuelas, sin comida, electricidad ni servicios sanitarios, condena Fabio Forgione, coordinador general de Médicos Sin Fronteras en Irak. «El número de pacientes que requieren atención de urgencia aumenta y cada vez hay menos suministros. Faltan medicamentos y suministros médicos, hay cortes de agua y luz y los altos niveles de inseguridad no les permiten moverse«, advierte.
Los iraquíes viven hoy las consecuencias de un conflicto que, desgraciadamente, recuerda mucho a la guerra civil que desangró Irak en 2006 y 2007, señala Forgione. El país está completamente dividio y se espera que el conflicto se mantenga durante años.
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La comunidad cristiana de Irak se vio forzada a abandonar Mosul tras las amenazas de los yihadistas de Estado Islámico. Afortunadamente, la mayoría de los cristianos han conseguido entrar en el Kurdistán irakí, donde se vive con relativa seguridad. Pese a ello, los expertos -y la propia población- apuntan a la desaparición de la religión en Irak.
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Forgione considera que la mayoría de los civiles que necesitan asistencia están hoy atrapados, porque no se pueden mover, ya sea por la intensidad de los bombardeos o porque se quedan a las puertas del Kurdistán. El coordinador pide más ayuda internacional, no solo en el Kurdistán, sino también en las zonas dominadas por el grupo radical suní.
MSF, que trata de atender a los miles de desplazados por la violencia, ha comenzado a instalar clínicas móviles en zonas del sur de Kirkuk y en la región entre Dohuk y Erbil. Realiza unas 50 consultas diarias en cada una de estas instalaciones, principalmente por enfermedades contagiosas de niños como diarrea o varicela y por males crónicos propios de adultos como hipertensión o diabetes. En las ciudades de control yihadista, intenta proporcionar medicamentos y recursos a los médicos nacionales.
Las necesidades médicas, sin embargo, «siguen estando en las zonas más peligrosas y de difícil acceso«, recuerda Forgione. «Las personas que huyen o están atrapadas por la violencia están expuestas a situaciones de salud cada vez más arriesgadas y toda la ayuda que podamos darles sigue siendo insuficiente».
Esta semana MSF condenó el bombardeo de hospitales y varios centros médicos en el centro y norte de Irak e hizo un llamamiento a todas las partes del conflicto para que respeten los centros médicos y al personal médico.
Forgione lleva un año trabajando para MSF en Irak. Él está en Erbil, la capital del Kurdistán, uno de los lugares donde más personas se refugian de los horrores de la guerra. En total, se calcula que hay 100.000 refugiados en la ciudad y sus alrededores.
La seguridad, indica MSF, es otro de los grandes problemas que urge solucionar. Existe el peligro de infiltración dentro del Kurdistán, ya que las fuerzas yihadistas bordean la frontera.
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Como ya adelantó Teinteresa.es, muchos de los cristianos de Mosul huyeron al pueblo cercano de Qaraqosh. Forgione asegura que muchos refugiados, motivados por las malas condiciones de vida, decidieron emigrar a Erbil o a otros pueblos donde, quizá, tenían familiares o conocidos.
Todavía quedan 200 familias refugiadas en la zona. Forgione, que conoce la zona, sabe del miedo que estará pasando la población, pues desde Qaraqosh se puede ver Mosul, ciudad dominada por los radicales del Estado Islámico.