«Me tiraron al suelo cuando atacaron a nuestra manifestación, pero logré escapar», explicó Somaya, una joven de 14 años. «Nos dispararon. Una niña resultó herida en la mano. Todas las chicas corrían», añadió.
Abdou, estudiante de cuarto curso en Homs hasta mayo de 2012 demuestra la grave situación en las escuelas sirias. Fue interrogado por su profesor de Matemáticas sobre si su padre tenía un arma en casa o si su familia veía canales de televisión críticos con el Gobierno. Cuando el profesor descubrió que Abdou acudió a una manifestación contra el régimen, el joven fue enviado al despacho del director, quien procedió a azotarle cinco veces con una manguera de goma.
HRW en un informe dice que las escuelas son usadas como bases militares. Los profesores, a sueldo del régimen, utilizan a las fuerzas seguridad del estado, como los temidos Shabiha, la fuerza paramilitar del Gobierno de Al Assad para identificar a los organizadores y participantes en las manifestaciones antigubernamentales, quienes son dispersados violentamente.
Además, la ONG tiene tiene constancia de que las fuerzas gubernamentales han asaltado directamente al menos seis escuelas de Homs, Derá y Damasco que incluyen a 16 estudiantes y 11 profesores que se han visto obligados a abandonar el país, que han proporcionado imágenes de los ataques
«Un tanque entró en la escuela»
«Un tanque entró en la escuela», recuerda Salma, una niña de 14 años de Derá, «y comenzó a disparar a los muros con su ametralladora. Tuvimos que lanzarnos al suelo para protegernos y nos pasamos media hora o una hora debajo del pupitre».
El Ejército sirio ha atacado por aire y tierra escuelas que no estaban siendo utilizadas con propósitos militares. La ONG cuenta con información sobre al menos dos ataques aéreos contra escuelas del norte de Siria y asaltos con armas de fuego que tuvieron lugar a mediados de 2012 por parte de soldados y paramilitares contra colegios de Derá mientras los estudiantes todavía seguían dentro.
La ONG acusa por igual a Gobierno y rebeldes de ocupar escuelas y emplear las instalaciones como puestos de mando, barracones, centros de detención y para cualquier otro propósito militar, «poniendo en peligro la seguridad de los niños y su derecho a la educación». Ambas partes «han desplegado sus fuerzas en las escuelas, algunas de ellas todavía en funcionamiento» y convirtiendo así las instalaciones en «blancos militares donde se pone en peligro la vida de los estudiantes y de los funcionarios públicos».