El nuevo papa, Francisco I, tiene, según el diario Le Monde, «una salud frágil: vive con un único pulmón desde que sufrió, con 20 años una operación». Bergoglio era cardenal desde el año 2000, y se ha ganado el respeto de la población de Buenos Aires.
Se traslada en metro y en autobús. Denuncia la corrupción, y suele pasar los fines de semana, en las parroquias de las zonas más desfavorecidas de Buenos Aires.
Llegó al sacerdocio a los 32 años, casi una década después de perder un pulmón por una enfermedad respiratoria y de dejar sus estudios de química. Pero pese a su ingreso tardío, en menos de cuatro años llegó a liderar la congregación jesuita local, un cargo que ejerció de 1973 a 1979.
Su ascenso coincidió con uno de los períodos más oscuros de Argentina, lo que le deparó fuertes críticas: la dictadura militar que gobernó el país entre 1976 y 1982.
El cuestionamiento remite al secuestro de dos jesuitas detenidos clandestinamente por el gobierno de facto por hacer tareas sociales en barriadas de extrema pobreza. Según la acusación, Bergoglio les retiró la protección de su orden religiosa. Ambos párrocos sobrevivieron a un encierro de cinco meses.
Matrimonio gay, “movida de Satanás”
En el 2010, también se enfrentó al Gobierno de la presidenta Cristina Fernández cuando impulsó una ley para permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo, actualmente ya aprobada.
En una carta dirigida a las religiosas carmelitas de Buenos Aires, dijo que la iniciativa era una “movida del Padre de la Mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios”
“Les escribo estas líneas a cada una de ustedes que están en los cuatro monasterios de Buenos Aires. El pueblo argentino deberá afrontar, en las próximas semanas, una situación cuyo resultado puede herir gravemente a la familia. Se trata del proyecto de ley sobre matrimonio de personas del mismo sexo.
“Está en juego la identidad, y la supervivencia de la familia: papá, mamá e hijos. Está en juego la vida de tantos niños que serán discriminados de antemano privándolos de la maduración humana que Dios quiso se diera con un padre y una madre. Está en juego un rechazo frontal a la ley de Dios, grabada además en nuestros corazones.