El ministro francés de Consumo, Benoît Hamon, indicó hoy que los platos preparados retirados de la venta por contener indebidamente carne de caballo no se tirarán, sino que se entregarán a asociaciones caritativas para que puedan aprovecharlos.
«Ahora corresponde a las asociaciones decidir si aceptan estas donaciones porque para conservar y repartir esos platos hacen falta camiones frigoríficos y conlleva costes», señaló Hamon en una entrevista a la emisora de radio RMC.
«Entonces le corresponde a las organizaciones a decidir si aceptan o no estos regalos», dijo. Sin embargo, «los que se benefician de estos alimentos tienen derecho a la realidad de lo que comen», subrayó el ministro. Se reconoció que tal don podría ser costoso para estas asociaciones, en particular en el caso de los productos congelados que requieren transporte refrigerado. «También podemos entender que las asociaciones lo rechacen», admitió el ministro. Benoît Hamon reconoció que nuevos casos de fraude no pueden ser excluidos.
El ministro también señaló que las sanciones del engaño se verán reforzadas: En el proyecto de ley que voy a presentar en abril, vamos a multiplicar por diez las multas. En él se contemplará que pueda llegar a ser el 10% de la facturación de la compañía e inhabilitar en todo tipo de actividades comerciales a las personas que hayan sido condenadas por tráfico de carnes, negociar productos en mal estado, sustituir etiquetas u otros fraudes.
«, advirtió. El escándalo estalló a principios de este mes, cuando se descubrió que en las comidas congeladas de la marca Findus la carne de res no era tal sino carne caballo. El caso se ha extendido por Europa, tocando, además de Findus, Fleury Michon, Carrefour, Intermarché o Picard e Ikea, lo que ha obligado a retirar miles de comidas para la venta
El escándalo, según el ministro ha «demostrado la debilidad de las sanciones existentes sugieren que hay una forma de impunidad para este tipo de engaño. «Como parte de su Proyecto de Ley del Consumidor que se presentó en abril, Hamon quiere multiplicar por ocho las sanciones económicas contra los defraudadores. Por otra parte, más allá de los controles llevados a cabo en los sitios, se ha puesto en marcha encuestas con funcionarios de todo el proceso de compra. El escándalo por el fraude de la carne de caballo tuvo un nuevo episodio en Francia el martes, cuando Panzani, una filial del grupo español Ebro Puleva, reconoció haberse visto afectado.
En concreto Panzani explicó que se había encontrado carne de caballo en latas de ravioli vendidas en Francia y fabricadas para su marca en régimen de licencia por William Saurin, líder en este país de los platos preparados, que tiene los derechos exclusivos para hacer esos productos para su marca desde hace 13 años, cuando pertenecía a Danone antes de ser comprada por Ebro.
William Saurin aseguró que había sido «víctima de un engaño por parte de uno de sus proveedores» que no era el francés Spanghero, el importador que había comprado lotes de carne deshuesada de caballo procedentes de Rumanía a un negociante holandés para venderlos en su mayor parte al grupo también francés Comigel.
Comigel los transformó en una planta que tiene en Luxemburgo en platos preparados para diferentes marcas, como Findus, que fue quien inicialmente levantó el fraude.
Por otro lado, Hamon indicó que en abril presentará un proyecto de ley que aumentará las penas por engaños en el sector alimentario.