Las acusaciones se refieren al periodo comprendido entre diciembre de 1942 y enero de 1943, cuando el nonagenario trabajaba como vigilante en el campo. Durante este tiempo, llegaron al campo 15 convoyes con personas que fueron repartidas en función de su capacidad de trabajo.
Las 13.335 personas a las que el régimen nazi declaró como no aptas para el trabajo murieron gaseadas y es precisamente por su presunta colaboración en estos asesinatos por los que podría terminar sentándose en el banquillo el exguardia de las SS. La defensa sostiene que el acusado desconocía el destino de estas personas.
La Justicia alemana libra una particular carrera contrarreloj para intentar depurar responsabilidades por los crímenes nazis, habida cuenta de la avanzada edad de los sospechosos. En 2011, John Demjanjuk fue condenado a cinco años de cárcel por su complicidad en más de 28.000 asesinatos en el campo de extermino de Sobibor.