Farkhunda es el rostro de la denuncia, del cansancio, del hartazgo y la lucha. Una turba de descerebrados la mató a golpes y le prendió fuego el pasado jueves en las calles de Kabul por haber quemado un Corán en público. Un acusación, que siendo injustificable, ha resultado ser totalmente falsa. Testigos aseguran que la joven, de 27 años, fue asesinada porque criticó a un clérigo.
Las imágenes del asesinato, que mostraban el cuerpo de la mujer vapuleado, de tejado en tejado, de coche en coche hasta quemarlo y tirarlo al río Kabul, dieron la vuelta al mundo y provocaron la indignación de la sociedad afgana que ha salido las calle para protestas y exigir justicia.
Varias testigos aseguran que Farkunnda no quemó el Corán. La joven criticó las prácticas de un mulá local que era conocido por vender amuletos en las inmediaciones de un centro de rezo en la capital afgana, Kabul. Farkhunda se enfrentó a este clérigo y le acusó de alentar a las mujeres sin recursos a malgastar su dinero en objetos fetiche y talismanes, propios de la brujería. Tras esa acusación, el mulá habría dicho que la joven era una «mala musulmana» y, lo que causaría su muerte, que habría quemado el corán. «Era completamente inocente», ha declarado uno de los investigadores.
Varia activistas transportaron el féretro durante el funeral
Para conmemorar a la fallecida, han sido las mujeres quienes han transportado el féretro durante el funeral, una tarea habitualmente reservada a los hombres. Además, los asistentes impidieron el acceso a la ceremonia al clérigo Ayaz Niazi, quien previamente había justificado el brutal asesinato de la mujer.
El presidente afgano, Ahsraf Ghani, aseguró en un comunicado que el Ministerio del Interior y una comisión de académicos religiosos investigarán el linchamiento, ya que «ningún individuo tiene derecho a erigirse en juez y a usar la violencia para castigar a otros».
El Gobierno, ha añadido, «también condena en términos rotundos cualquier acción que falte al respeto al Corán o a los valores islámicos».