Durante más de una década se lleva acusando a Irán de implementar un programa de armamento nuclear. En los últimos meses Israel ha amenazado con una intervención en el país si este no renuncia a sus planes e Irán, aunque niega que su programa nuclear tenga fines bélicos, ha mostrado una actitud poco colaborativa y transparente sobre sus pretensiones nucleares. Por su parte Estados Unidos ha promovido una serie de sanciones para presionar y hacer cambiar de idea a Irán.
En una mesa redonda celebrada hoy en Madrid cuatro agentes que han participado en los procesos de negociación dan su visión sobre el tema. En Iran Endgame: diplomacy or conflict?’ el español Javier Solana, el estadounidense Tom Pickering, el israelí Sholomo Ben-Ami y el iraní Trita Parsi han apostado por la primera opción.
La situación para una resolución del conflicto es hoy en día más complicada que en el pasado, ha señalado Javier Solana, ex alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad. El consejo de Seguridad está dividido. No se pone de acuerdo con Siria y más difícil aún será que lo haga con Irán.
Además, los cambios acaecidos en los últimos años en Oriente Medio, como la primavera árabe, de la que han surgido varios gobiernos islamistas han dibujado una situación aún más complicada.
“Lo que pase en Irán repercutirá directamente en otros países” de la región como Egipto, considera Solana. Esto conllevaría un conflicto internacional con todos los agentes de la región implicados.
Por su parte, Tom Pickering, exsecretario de estado adjunto de Asuntos políticos durante la administración de Bill Clinton, se ha posicionado en contra de una intervención y ha recordado que la única ocasión en que Estados Unidos utilizó la fuerza para detener un programa nuclear, tal programa nuclear nunca existió”, en referencia a la guerra de Irak.
Pickering está a favor de armas nucleares cero y continuar con la opción diplomática de sancionar a Irán para presionarla. La sanciones “pueden ser útiles para cambiar el parecer de Irán” y llevarla a hacia la mesa de diálogo, ha añadido el diplomático.
Pickering ha coincidido con Solana en las consecuencias de una posible invasión, que repercutiría en toda la región y ha destacado el “coste enorme” que supondría la guerra y sus múltiples ramificaciones, en referencia a la posible implicación en el conflicto de los gobiernos de orientación islamista que han surgido de la primavera árabe.
Sholomo Ben-Ami, exministro israelí de Asuntos Exteriores durante la etapa de Ehud Barack, tampoco contempla a priori una intervención, pero adopta una posición más firme.
Israel no puede permitir que ningún país a su alrededor tenga una bomba nuclear. “No se trata de un complot sino de una amenaza real”, ha señalado Ben-Ami, quien ha justificado su posición al tener la experiencia del holocausto.
Sin embargo, respecto a una posible invasión, el político israelí ha señalado que “Israel no puede permitirse el lujo de ir solo, no solo por su capacidad nuclear, sino también por la situación de la región”. Israel correría el riesgo de quedar aislado.
El objetivo del gobierno israelí debería ser por tanto, un acuerdo de paz con los países árabes y tratar de conseguir que Oriente Medio sea una región libre de armas nucleares. Aunque por el momento no ha predicado con el ejemplo. Israel es supuestamente el país con más cabezas nucleares de la región, aunque mantenga en secreto su programa nuclear con fines militares, tal y como denuncia de su adversario Irán.
No hay voluntad para solucionar un problema que se ha convertido en una segunda guerra fría
«La ausencia de una solución no es tanto un fracaso de la diplomacia, si no un problema de voluntad», según ha señalado el experto en relaciones entre EE.UU. e Irán y presidente del National Iranian American Council (NIAC), Trita Parsi.
Se han dado varias soluciones al conflicto, pero no ha habido voluntad por ninguna de las dos partes para llegar a un acuerdo.
En 2009 Ahmadineyad fue incapaz de decir que sí a las demandas de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA). Después de un escándalo de fraude masivo en las elecciones, la política interna de país pedía una posición de fuerza por parte de Irán. Y así lo hizo.
De cara a las elecciones, tanto en Israel como en EE.UU., estos dos países han aumentado su presión sobre Irán. Uno con amenazas de guerra, el otro promoviendo sanciones. Pero lo cierto es que se viene hablando del programa nuclear iraní desde hace una década y nunca se ha avanzado en ninguna dirección.
La respuesta al problema de Irán sigue siendo la diplomacia, tal y como todos los oponentes han dejado ver a lo largo de su intervención. Todos coinciden en declararse a favor de esta vía pacífica, pero esta está paralizada de momento. Seguramente no tardará en resurgir en función de los intereses de unos y otros, aunque por el momento todo ha demostrado ser una segunda guerra fría, que parece que a nadie le conviene que evolucione y desemboque en un conflicto real.