Los hermanos Koch (Charles y David) han ganado cada uno alrededor de 40.000 millones de euros con su conglomerado industrial. Koch Industries abarca desde cabezas de ganado a productos de limpieza, pasando por oleoductos y productos financieros. Parte de ese dinero lo han utilizado para engrasar al Partido Republicano en su eterna batalla con los demócratas. En el último cuarto de siglo han donado casi 40 millones a la causa conservadora, y eso sólo teniendo en cuenta la parte admitida ante el Comité Federal Electoral (FEC). Algunos estudios elevan la cantidad a casi 200 millones de dólares.
Así, los Koch están entre los mayores sugar daddies de los conservadores. Les superan Seldom Adelson, Paul Singer o Perry Homes. Pero ellos ganan a todos los anteriores en su implicación diaria en la política nacional. Es su pasión. Tienen institutos dedicados a formar futuros gobernantes republicanos, think tanks conservadores y asociaciones para filtrar dinero hacia las campañas (los llamados SuperPAC). Los Koch son la élite republicana que más presiona para definir el alma del “Gran Viejo Partido” (GOP, en sus siglas en inglés).
Valores enfrentados
Ellos han contribuido a imponer la forma de ser del partido, y sus valores: aspirar a reducir el tamaño y gasto del Estado (salvo en Defensa); favorecer el libre comercio y los bajos aranceles; reducir el gasto en servicios sociales como la salud para ancianos y pobres (Medicare y Medicaid). Los buenos republicanos eran, en su compostura, hombres serios, alejados de excentricidades y demagogias. Eran, por simplificar, todo lo que fue Reagan.
Y entonces llegó Donald Trump, y lo “estropeó” todo. El neoyorquino millonario proveniente de la cultura “pop” no representa a esa élite. El hecho de que haya sido elegido por la militancia ha provocado tal tensión interna, tal terremoto, que ya casi nadie sabe cuál es el alma del auténtico votante republicano actual.
“Se ha abierto un conflicto claro sobre lo que significa ser republicano hoy en día”, explica a TeInteresa.es Geoffrey Skelley, analista político del Centro de Política de la Universidad de Virginia. “Un gran número de votantes ya no se ven representados en el esquema que propugnan los líderes del partido, a saber: menos regulación, un gobierno más pequeño e impuestos más bajos. Lo que ha demostrado Trump es lo que venían adelantando varios estudios: que no quieren acabar con Medicare y Medicaid o que no están por la labor de una total libertad de comercio (incluso los demócratas son más pro-tratados comerciales)”.
Trump se acerca más al populismo de derechas, mientras los Koch (y el resto de grandes donantes antes mencionados) acercaban al partido hacia el ala más “libertaria”. Y lo hacían de forma natural: David Koch se presentó como candidato a vicepresidente por el Partido Libertario en 1980.
El arma secreta de los Koch: su Academia de conservadores
“La guerra por el alma del GOP está por ocurrir”, afirma para TeInteresa.es Evan Siegfried, autor del libro El GPS del GOP: Cómo encontrar a los votantes millennials y urbanos que el Partido Republicano necesita para sobrevivir. “Asumiendo que Trump pierde las elecciones, esa guerra empezará realmente el 9 de noviembre (fecha de los comicios). Él no representa el conservadurismo, pero su campaña para las primarias y para ganar la nominación ha expuesto cuántas facciones hay en el Partido Republicano y ha demostrado cómo en estos momentos no hay una figura unificadora que los pueda juntar a todos”.
Esta será una guerra a largo plazo, según un artículo del New York Times titulado “Con la Academia de los Hermanos Koch, los conservadores se preparan para una larga guerra”. En él, el rotativo neoyorquino de corte liberal describe cómo “el auge de Donald Trump, con su hostilidad hacia el libre comercio y su intención de proteger los gastos sociales, es una enmienda total a los principios de libre mercado defendidos desde hace mucho por los milmillonarios hermanos Charles G. y David H. Koch”.
Los hermanos han perdido ya la batalla en este ciclo electoral de 2016, pero se preparan para una contienda larga por los valores conservadores. Y tienen un arma secreta: la Academia de Liderazgo de las Bases (Grassroots Leadership Academy), un programa imaginado por su la Fundación para la Prosperidad de los Estadounidenses (Americans for Prosperity Foundation), el “brazo de educación política” de la red Koch.
Ahí forman a la próxima generación de activistas conservadores. Una especie de Westpoint de los futuros líderes del GOP, que recuerda irónicamente a la Escuela de Frankfurt de inspiración marxista de Saul Alinsky. Se trata, en fin, de crear un grupo de activistas que puedan competir con la izquierda y de reencaminar al partido, perdido en la era Trump. Tanto si gana como si pierde.