El organismo ha dicho no haber recibido ninguna apelación contra los resultados, una vez pasadas las 72 horas desde el anuncio de los resultados provisionales, según ha informado la agencia estatal senegalesa de noticias, APS.
La comisión electoral informó el 28 de febrero de que Sall se había impuesto, con su principal rival, el exprimer ministro Idrissa Seck, en segundo lugar con un 20,5 por ciento de los sufragios.
Por detrás han quedado Ousmane Sonko, con el 15,67 por ciento de los votos; Issa Sall, con el 4,07 por ciento; y Madické Niang, con el 1,48 por ciento de las papeletas.
Seck, que se presentaba al cargo de presidente por tercera vez, daba por hecho que tendría lugar una segunda vuelta. «No permitiremos que el presidente suprima la voluntad del pueblo», afirmó en una reciente comparecencia junto a Sonko.
Sin embargo, los cuatro candidatos opositores publicaron un comunicado horas después del anuncio de los resultados para anunciar que, si bien «rechazan firmemente y sin reservas» el anuncio de la comisión electoral, no presentarán un recurso ante el Consejo Constitucional.
«Es necesario constatar que el candidato saliente (en referencia al presidente) ha confiscado la voluntad del pueblo soberano y será el único que deba asumir las consecuencias ante el pueblo y la Historia», manifestaron.
«Expresamos nuestra gratitud y felicitamos al pueblo senegalés que ha expresado de forma masiva su deseo de cambio con madurez y en calma y paz», recalcaron los otros cuatro candidatos.
ELECCIONES SIN LOS PRINCIPALES OPOSITORES
Sall partía como gran favorito en los comicios tras la eliminación de las candidaturas de algunos de los principales opositores, lo que ha dañado la imagen de la democracia del país, considerada una de las de más tradición en África.
La carrera hacia la Presidencia se ha visto empañada por las dudas y las quejas de la oposición por la detención y encarcelamiento de dos de los principales rivales de Sall –el ex alcalde de Dakar Khalifa Sall y Karim Wade, hijo del expresidente Abdoulaye Wade–, motivo por el que han quedado eliminados de los comicios, allanando el camino a su reelección para un segundo y último mandato.
En el caso de Wade, fue condenado a seis años de cárcel en 2015 por enriquecimiento ilícito, mientras que Khalifa Sall fue sentenciado a cinco años de cárcel por desvío de fondos. En ambos casos, la oposición denunció que se trataba de juicios políticos y habló de maniobras por parte del Gobierno para neutralizar a los principales opositores.
A ello hay que sumar que el Parlamento –controlado por el partido de Sall– aprobó el año pasado una controvertida modificación de la ley electoral –en medio del boicot opositor– para exigir a los candidatos que recaben el uno por ciento de apoyos entre el electorado para inscribir su candidatura.
Por su parte, el expresidente Abdoulaye Wade llegó a pedir un aplazamiento electoral dos semanas antes de los comicios y criticó lo que describió como un proceso «con el único objetivo de reelegir al presidente saliente», antes de acusar a Sall de «crear graves peligros de desestabilización de Senegal hacia la violencia».
Los comicios son los undécimos consecutivos que celebra el país a nivel presidencial desde que obtuvo la independencia de Francia en 1960, lo que ha hecho que Senegal se haya ganado una imagen de estabilidad en el continente y la zona de África Occidental, marcada en otros casos por la inestabilidad.