Una delegación integrada por siete miembros de las Fuerzas Armadas viajó la semana pasada a Cuba, donde se están celebrando las reuniones entre el Gobierno de Santos y las FARC, para conformar una subcomisión del fin del conflicto.
El objetivo de este viaje es iniciar la discusión de diferentes opciones y modelos para la dejación de armas, desmovilización y cese al fuego que sólo se implementarían en caso de que haya la firma de un acuerdo final.
Entre los altos cargos que han viajado a la isla destacan el Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Militares, Javier Alberto Flórez Aristizábal; el Mayor de la Fuerza Aérea Colombiana, Rodrigo Mezú Mina; el Teniente Coronel de la Policía Nacional, Edwin Chavarro Rojas; Omar Cortés Reyes, Capitán de Fragata de la Armada Nacional. Junto a ellos han viajado la Teniente de Navío, Juanita Millán Hernández, los coroneles Saúl Rojas Huertas y Vicente Sarmiento Vargas.
Los acompañan Mónica Cifuentes Osorio, Directora Jurídica de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, César Restrepo Flórez, Director Estudios Estratégicos del Ministerio de Defensa y Alejandro Reyes Lozano, Asesor Oficina Alto Comisionado para la Paz.
Este viaje a La Habana marca el inicio de la tercera fase del proceso de paz, que consiste en reconocer y la reparar a las víctimas. Hasta ahora, los puntos anteriores de la agenda se han cumplido, lo que ha permitido el avance de las conversaciones. El primero consistía en una democratización del acceso a la tierra, el desarrollo de las regiones más apartadas y la redución la miseria en el campo. El segundo hacía referncia a la participación política de las FARC, que incluye garantías reales para el ejercicio de la actividad proselitista de los nuevos movimientos que surjan de la negociación. En una entrevista a El País, Juan Manuel Santos aseguró que se imaginaba a los representantes de las FARC sentados en el Congeso.
El tercer punto, que ahora comienza, pondrá el punto final de conficto, ya que se incluye el cese del fuego y de las hostilidades de forma definitiva. Este cese irá acompañado de la entrega de armas y reincorporación de las Farc a la vida civil en lo económico, lo social y político. El cuarto será el relativo a la recuperación de las zonas afectadas por el narcotráfico. El quinto y último punto tendrá como finalidad en determinar qué pasó y quiénes son los responsables.
Una de las pretensiones del Juan Manuel Santos es que la fase tres esté lista este año y que final de 2014 se inicie la cuarta. No obstante, el máximo jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Rodrigo Londoño, alias »Timochenko», ha descartado que esa guerrilla firme la paz con el Gobierno este mismo año.
Críticas
La presencia de militares junto a los guerrilleros ha suscitado críticas en Colombia. “Enviar a La Habana al jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Militares a sentarse frente a frente, en igualdad de condiciones, con unos asesinos cuya única legitimidad es el terror que genera su barbarie, es despreciar la Constitución, el honor y la vida de los soldados y policías”, rezaba una columna del diario El Tiempo y firmada la periodista española Salud Hernández-Mora, corresponsal de El Mundo en Colombia. Ella, como una parte de la opinión pública colombiana, cree que es humillante que representantes del Estado hablan de “tú a tú” las FARC.
El expresidente y actual senador del Centro Democrático, Álvaro Uribe, también se ha mostrado contrario al envío de militares a la mesa de diálogos de La Habana sede de las conversaciones de paz del Gobierno y las FARC.
Pte Santos: no hay peor tratamiento a soldados y policías que igualarlos con el terrorismo
— Álvaro Uribe Vélez (@AlvaroUribeVel) agosto 22, 2014
Terroristas asesinan a dos policías y el Pte Santos envía a generales y coroneles a deliberar con los asesinos
— Álvaro Uribe Vélez (@AlvaroUribeVel) agosto 21, 2014
Pte Santos, ud irrespeta a las FFAA exigiéndoles deliberar con sus verdugos terroristas
— Álvaro Uribe Vélez (@AlvaroUribeVel) agosto 21, 2014
“Las fuerzas Armadas son las fuerzas institucionales del Estado, los otros son los terroristas verdugos del pueblo colombiano. La misión de las Fuerzas Armadas es la seguridad, la tarea de los otros es el crimen y todo esto desemboca en un grave riesgo de seguridad y en una nueva afectación institucional», aseguró el ex mandatario que en la actualidad ostenta un cargo en el Senado.
Pero el presidente Juan Manuel Santos no considera que esto sea una humillación. Apunta que es dignificante que tanto las Fuerzas Militares como la Policía estén presentes “en el diseño del fin del conflicto» «Paz sin vencedores ni vencidos». Por su parte, Mauricio Lizcano, senador que forma parte de la Comisión de Paz del Congreso, argumentó que “los militares que van a La Habana no van a ir a rendirse ni a sentarse con sus pares, sino que es gente que viene preparando a las Fuerzas Militares hace más de tres años en temas de desmovilización y Derechos Humanos”.
A pesar del avance de las negociaciones entre el gobierno colombiano y las FARC, existe todavía una reticencia en Colombia a las conversaciones de paz. Las recientes elecciones presidenciales, celebradas en mayo y en junio, fueron para los analistas un plebiscito a favor o no de las negociaciones que se vienen realizando desde 2012.
Pero esta resistencia no sólo se limita a la opinión pública. Investigaciones han revelado el boicot que el proceso de paz ha venido sufriendo desde las cúpulas militares afines al expresidente Álvaro Uribe mediante la interpretación de las comunicaciones. Entre ellas, se incluyen los miembros del Gobierno Nacional (Juan Manuel Santos reconoció que su correo electrónico había sido interceptado) y también de los negociadores de paz que se encuentran en La Habana. Estos descubrimientos, revelados también por la revista Semana en febrero, han dado lugar a la detención del hacker Andrés Sepulveda,
”Mi objetivo era saber qué hacía el presidente, cómo lo hacía, cuándo lo hacía, desde su parte electrónica. Siempre me comentaron que a su hija María Antonia también la habían «interceptado” dijo en una entrevista.
«El plan estratégico contra el proceso de paz es una manera radical de acabar tanto militarmente como a nivel mediático con el proceso de paz», agregó Sepulveda.
En el momento de su detención, el informático formaba parte del equipo de la campaña electoral de Óscar Iván Zuluaga. En la entrevista confesó que fue contratado para interceptar las comunicaciones del presidente Juan Manuel Santos y de los guerrilleros presentes en La Habana. Argumentó que toda la información, usada por el por el partido del candidato conservador Centro Democrático, llegó a ser el brazo fuerte el uribismo.
A pesar de estas prácticas y de las críticas, el proceso de paz no se ha visto perjudicado. La reeleción de Juan Manuel Santos ratificó que una mayoría de la sociedad colombiana desea que las negociaciones culminen con el Acuerdo de paz.