Al alcance de cualquiera se encuentran en la Red dos manuales de interrogatorio de la CIA, escritos en la década de los 60 y los 80, que ayudan a entender la deriva hacia la brutalidad de la agencia de inteligencia estadounidense, en los interrogatorios a los sospechosos de terrorismo después de los atentados del 11 de septiembre de 2001.
En dichos manuales, verdadero catálogo de horrores, se describe el uso de «técnicas coercitivas» para maltratar a los detenidos, que años después fueron aplicadas en la prisión iraquí de Abu Ghraib.
Los documentos fueron desclasificados por la CIA, y su contenido llevó a que en 1992, el entonces secretario de Defensa, Dick Cheney, redactara un memorando advirtiendo que esos manuales de inteligencia, creados para entrenar a militares latinoamericanos, contenían «material ofensivo y desagradable» que podía socavar «la credibilidad de EEUU y dar lugar a vergüenza significativa».
En 1997 y gracias a un diario, The Baltimore Sun, se pudieron obtener los dos manuales de la CIA, titulados «KUBARK Counterintelligence Interrogation» (julio, 1963) y el posterior Human Resource Exploitation Training Manual (1983).
Hay que saber que KUBARK no son siglas, sino el nombre en clave de la CIA durante la Guerra de Vietnam, por lo que queda clara la autoría de ambos manuales, escritos con las experiencias recogidas en experimentos secretos, a veces contra estadounidenses inocentes.
Así, a modo de ejemplo, la CIA estuvo utilizando LSD en la búsqueda de un «suero de la verdad», según desveló The New York Times. También probó el uso de la corriente eléctrica para infligir dolor, tal y como desveló The Boston Globe y llevó a cabo estudios para investigar los efectos de la privación sensorial, según The Washington Post.
La tortura psicológica
En ambos manuales la CIA defiende que los mejores métodos para extraer información a los detenidos no pasaban por la imposición de castigos físicos, sino a través de la tortura psicológica.
En el manual KUBARK, los métodos que se proponen para quebrar la resistencia de los detenidos se basan generalmente en la tortura psicológica. Crear un sentido de familiaridad, desorientación y aislamiento parecen ser sellos distintivos para minar psicológicamente a un detenido en el ámbito del manual.
Prácticas como hacerles pasar hambre, mantener a los presos en celdas pequeñas, sin ventanas y con luz artificial siempre encendida, obligar a los presos a sentarse o permanecer en posiciones incómodas (posiciones de estrés) durante largos períodos de tiempo, están entre las prácticas recomendadas.
Si bien no se menciona en el texto directamente la aplicación de descargas eléctricas, los llamados manuales para interrogadores recomiendan asegurarse de contar con una casa de seguridad que tenga acceso a la electricidad.
El dolor físico, sin embargo, se considera contraproducente en el manual. Lo que concluye el texto es que, para un preso, es una experiencia mucho peor temer el dolor que puede venir que realmente experimentarlo. El viejo adagio de que la anticipación es peor que la experiencia parece también tener su sitio en el oscuro campo de la tortura.
Con el cínico nombre de Human Resource Exploitation Training Manual, la CIA actualizó sus experiencias en interrogatorios y torturas, llegando a la conclusión de que el tormento psicológico es fundamental para el abuso físico.
Este manual de 1983 salió a la luz como resultado de una investigación sobre los abusos de derechos humanos cometidos en Honduras, siempre por cortesía de las enseñanzas de la CIA sobre cómo inflingir dolor y humillar a los detenidos.