El presidente de Burkina Faso, un pequeño país de África Occidental, Blaisé Campoaré, lleva 27 años al frente del Gobierno. Dos cambios legales le han permitido mantenerse en el poder durante todo este tiempo sin que nadie en su país consiguiera rebatirle su liderazgo. La semana pasada, el Gobierno burkinés anunció la tercera triquiñuela que permitirera a Campoaré seguir siendo el presidente pero la oposición y buena parte de los ciudadanos han dicho »no».
Desde entonces, la población del país vive en una protesta permanente. Manifestaciones, huelgas generales… hasta que hoy la violencia ha estallado, con la Asamblea Nacional en llamas, la televisión nacional tomada por asalto y la población en pie de guerra contra el presidente burkinés, Blaisé Compaoré.
Ante el caos que se apoderaba de la capital, Uagadugú, el gobierno anunció la anulación del controvertido voto sobre su proyecto de ley, que debía producirse a lo largo de la mañana.
Pero el anuncio gubernamental no cambió el estado de ánimo y los disturbios prosiguieron a lo largo del día: un hotel ardió junto a la Asamblea y una persona fue hallada muerta con una herida en la sien, a 300 metros del domicilio de François Compaoré, hermano del jefe de Estado. Algunas informaciones hablan de al menos cuatro muertos.
Para el régimen, que llegó al poder tras el golpe de Estado de 1987, se trata de la peor crisis después de la ola de motines que hicieron temblar el poder de Compaoré en 2011.
Durante la mañana del jueves, los manifestantes incendiaron el parlamento y cientos de personas entraron paralelamente en los locales de la Radiodifusión Televisión de Burkina (RTB), lo saquearon, y causaron destrozos en vehículos a parcados en sus instalaciones.
Tras el Parlamento, el Palacio Presidencial
A la vez, centenares de manifestantes eran mantenidos a distancia del palacio de Compaoré por militares de la guardia presidencial que multiplicaban los disparos de advertencia, aunque al final, sobrepasados, se batieron en retirada.
Los manifestantes, en su mayoría jóvenes encolerizados, gritaban a voz en grito «Liberen Kosyam«, el nombre del palacio presidencial.
En la segunda ciudad del país, Bobo Dioulasso, la alcaldía y la sede del partido de Compaoré fueron incendiados, señal de que las manifestaciones se extienden más allá de la capital.
Finalmente, el presidente, Blaisé Campoaré, ha dado marcha atrás en su proyecto de reforma y ha disuelto el parlamento además de decretar el estado de emergencia.
El jefe del Ejército de Burkina Faso, Honoré Nabéré Traoré, ha anunciado este jueves la formación de un Gobierno de transición que durará un año y estará integrado por «las fuerzas vivas de la nación», según ha informado la emisora local Radio Omega.
El líder opositor Zephirin Diabré ha denunciado que es una estrategia del Gobierno para acabar con los disidentes y ha llamado a desobedecerlo ocupando espacios públicos hasta que el presidente dimita.
El jefe del Ejército, Honoré Nabéré Traoré, ha anunciado la formación de un Gobierno de transición que durará un año y estará integrado por «las fuerzas vivas de la nación», según ha informado la emisora local Radio Omega.
¿Cómo se ha llegado a ésto?
El presidente, que llegó al poder en 1987 con un golpe de Estado, acabará el próximo año su segundo quinquenio (2005-2015) tras haber efectuado dos septenios (1992-2005).
Compaoré ya había modificado dos veces el artículo 37 de la Constitución para mantenerse en el poder, y ahora defiende la legalidad de este tercer retoque.
Pero la oposición teme que este nuevo cambio, con pocas posibilidades de ser retroactivo, perpetúe en el poder al presidente ya elegido cuatro veces con mayorías aplastantes, al obtener no uno sino tres mandatos suplementarios.
«El 30 de octubre se producirá la primavera negra de Burkina Faso, a semejanza de la primavera árabe«, aseguró el miércoles Emile Pargui, ex-candidato presidencial y dirigente de un influyente partido de la oposición, que evocó la «toma de la Bastilla».
La tensión no ha cesado de aumentar en el país desde el anuncio del proyecto de ley la semana pasada.
El martes, centenares de miles de manifestantes salieron a la calle en Uagadugú (un millón, según la oposición), para denunciar un «golpe de Estado institucional», y el miércoles, una «huelga general» convocada por los sindicatos y la sociedad obtenía un moderado éxito, acompañado de nuevas protestas.