La selección más gloriosa de la historia de España ya forma parte del recuerdo, donde vivirá por siempre. Yacerá para la eternidad en el icónico Maracaná, donde Chile vino a confirmar los preocupantes síntomas que afloraron el viernes en el debut ante Holanda en Salvador de Bahía. El equipo que llegó a Brasil con la esperanza de añadir la segunda estrella se va de la cita tras anotar un solo gol de penalti y encajar siete en dos partidos. Hasta el lunes, cuando los hombres de Del Bosque cerrarán capítulo contra Australia, deberán permanecer en el purgatorio, atrapados en Brasil.
1. Fundidos físicamente
Muchos futbolistas han llegado con el gancho al Mundial y estos problemas físicos se han manifestado ante dos selecciones de mucho recorrido. Alonso y Busquets han acarreado problemas de pubis durante todo el curso, Diego Costa lleva extraviado casi dos meses, Jordi Alba ha encadenado lesiones durante todo el curso y futbolistas como Xavi Hernández sufren la simple erosión de tiempo. España no ha tenido piernas para resistir las embestidas físicas de Holanda y Chile.
2. Todos culpables
Ha sido tan súbito el desplome de España que antes que enjuiciar con severidad a los futbolistas de manera individualizada hay que analizar estructuralmente al equipo. Se ha visto sobrepasado con claridad por Holanda (sobre todo en la segunda parte) y por Chile, dos selecciones que ha triturado a España con un modelo basado en la presión. Ningún jugador ha estado a su nivel y por la endeblez de cada pieza se ha caido el castillo. España ha sido un conjunto disfuncional, sin contundencia en defensa, partido en el centro del campo y absolutamente romo en ataque.
3. Casillas ‘lidera’ el desplome individual
Si el portero, con un lugar imperturbable en la historia del fútbol y en el periplo de esta selección, quedará por siempre en la historia como el héroe de Johanesburgo o de Viena, en su currículum quedará una mancha indeleble cuando se hable del Mundial de Brasil. Irreconocible, Casillas ha desteñido su legado un poco en dos partidos nefastos, impropios de una leyenda de este deporte. Se derrumbó ante Robben y Van Persie en el primer partido y hoy, un manso despeje en un disparo sin excesivas complicaciones certificó la caída de España.
No ha sido el único retratado. Sergio Ramos parece que no es el mismo que dominó con puño de hierro las instancias finales de la Champions. También le sacó de punto Robben y en el primer gol de Chile le faltó contundencia. Busquets no fue el ancla del equipo, perdió más balones que en casi toda su carrera. Igual que Alonso, que con un mala entrega puso la alfombra roja para el tanto de Vargas.
4. Incapaz de reaccionar
España no ha podido levantarse de la lona en cuanto ha recibido los primeros golpes. El segundo gol de Robben en Salvador precipitó el hundimiento del equipo y lo mismo ocurrió en Maracaná. El gol de Vargas en los primeros minutos dejó muertos a los hombres de Del Bosque, que no encontraron las vías para reaccionar. Tampoco las decisiones del entrenador ayudaron al equipo. Frente a Holanda la sustitución de Alonso terminó de desangrar el partido, mientras que ni a la desesperada con Chile propuso un volantazo.
5. Se cae el entramado defensivo
En los tres títulos que precedieron a este torneo, España encajó siete goles en 19 partidos. En apenas dos en Brasil se llevó los mismos. El éxito de la selección en este apartado no era algo exclusivamente atribuible a los defensas y el portero. Tampoco su desplome lo es. En esta cita se ha visto un conjunto con kilómetros entre defensa y ataque, lo que ha provocado unas transiciones defensivas calamitosas y ha conducido a que los de atras se vean desnudos antes futbolistas rápidos y punzantes como Robben o Alexis. Esta disfunción colectiva se ha visto aderazada por groseros errores individuales.
6. Nos conocen demasiado…
Todos los equipos dominadores fomentan la imitación y la búsqueda del antídoto. Lo primero lo intentan algunos y lo segundo todos. Holanda conocía bien a la selección, también Chile, que lleva casi un lustro enfrentándose a este equipo. La asfixiante presión, la supremacía física y las emboscadas a Iniesta y compañía han dado réditos a Van Gaal y Sampaoli. España, por primera vez en seis años, ha sido una selección expuesta y desnuda, siempre jugando a contrapie. Si se pudiera hacer un resumen de lo que ha sido el Mundial de Brasil para España es que casi en ningún momento los partidos siguieron el dictado que le ha llevado al éxito.
7 … y no hay soluciones
Seguramente las razones de esto se deban buscar dentro y no tanto fuera. Visto que España, debido a diversas razones, no podía mantener la jerarquía de su juego con el modelo actual, bien hubiera estado una revisión conceptual. Sin necesidad de sacrificar el estilo y haberse liado la manta a la cabeza para ejecutar un plan B, sí que se ha echado en falta al menos el frescor de futbolistas como Koke.
8. Sin profundidad ni remate
Más que nunca, España ha muerto por dentro, en un embudo en el que iban a morir entre bosques de piernas los previsibles ataques de la selección. Jordi Alba está lejos del que deslumbró en la Euro 2012 y Azpilicueta ha jugado los dos partidos como pidiendo permiso. Ni siquiera la entrada de Pedro en el segundo partido ha servido para ensanchar el campo. Iniesta y Silva se han ahogado por los carriles centrales.
9. No era tan sencillo como sentar a Xavi
Nunca se sabrá lo que hubiera sucedido si del primer al segundo partido hubiera mediado una revolución. Cambiar por completo la muda seguramente hubiera abocado al mismo fracaso. Respecto al desplome ante Holanda, se cayeron Piqué y Xavi. Especialmente señalado fue el centrocampista, al que el infernal ritmo holandés llevó a contrapie. Sin él, con Iniesta por el carril central, España tampoco encontró soluciones. No era cosa de uno o dos.
10. La maldición está en Brasil
Se interpretó como un traspiés el sopapo que Brasil propinó a España en la final de la Copa Confederaciones y de cara al Mundial no se tomaron las medidas necesarias. Lo que enseñó la selección de Scolari al mundo lo han terminado de ventilar Holanda y Chile, verdugos de uno de los mejores equipos de todos los tiempos. Tan inopinadamente como apareció en la escena para quedarse, se evaporó para siempre en Maracaná. Pervivirá por siempre en el recuerdo.