058. Esos, a falta de dos, fueron los números que trajeron la suerte a Francisco Castaño, un jornalero de Baeza (Jaén) que, en 2012, soñó con que esa sería la terminación del Gordo. Se lo pidió a Ana, la propietaria de una papelería donde Francisco solía adquirir la lotería y donde una máquina expendedora completó el número de la suerte: el 76.058. El Primer Premio del Sorteo Extraordinario de Navidad. 400.000 euros.
Ana vendió el décimo y días después, la “máquina de la suerte” se traspasó a la Cafetería Albi, ya que la librería tuvo que echar el cierre por la crisis. Francisco, que era también un habitual de este establecimiento, acudió exultante a celebrar el premio. Trabajador de la aceituna, de 63 años, por aquel entonces acababa de recibir una carta de desahucio por una deuda de 3.000 euros.
Exultante, su historia apareció en todos los medios. “Ahora ya no quiere saber nada, al principio todos le llamaban”, ríe Alfonsa, propietaria del Albi. En la cafetería ni se habían dado cuenta del premio hasta que Francisco llegó del campo a decirlo. “Sentimos una alegría enorme, como si nos hubiera tocado a nosotros”. En parte, les tocó. Porque tras la varita del Gordo vieron también aumentar sus ventas. “Para el negocio fue muy bueno. Aquí tenemos un número que jugamos todas las semanas pero no nos había tocado nunca nada”, cuenta Alfonsa. “Pero él pidió los tres últimos números y fue suerte”.
El premio cambió por completo la vida de Francisco. “Es otra persona”, dice Alfonsa, “se le nota hasta en la forma de vestir. Todavía se le ve la alegría”. Gracias al “pellizco” millonario pudo conservar su casa de siempre, y también, dejar el campo donde trabajaba de sol a sol. Eso sí, sigue siendo cliente habitual del Albi, y sigue jugando a la lotería. “También nos compró este año”, dice Alfonsa. Pero no el 76.058. Ese número ya es irrepetible.