El oxígeno es un elemento básico en la respiración celular, sin embargo, un pequeño porcentaje del oxígeno se convierte en unas especies semirreducidas del oxígeno altamente oxidantes que se denominan especies reactivas del oxígeno y que constituyen el punto de partida de un daño celular, denominado estrés oxidativo. Esto es lo que se conoce como la paradoja del oxígeno, sin él no existiría la vida pero cada vez que lo respiramos estamos desgastando nuestro organismo, acercándonos al final de la vida.
Las especies reactivas de oxígeno también se pueden originar como consecuencia de reacciones enzimáticas y otros procesos celulares. El estrés oxidativo consiste en un desbalance del equilibrio entre especies oxidantes y antioxidantes, favoreciéndose los procesos pro-oxidantes capaces de oxidar lípidos, proteínas y ácidos nucleicos, que resultan en un cambio estructural y funcional celular. A mayor estrés oxidativo mayor envejecimiento celular, favoreciéndose la aparición de numerosas patologías cardiovasculares graves.
El término antioxidante se aplica a diferentes vitaminas, minerales y enzimas sintetizadas en nuestro organismo que disminuyen el efecto perjudicial de los radicales libres. A mayor potencial antioxidante, menor es el daño ejercido por el estrés oxidativo. En los últimos años se han descrito en numerosos estudios el efecto protector que ejercen los antioxidantes en las patologías cardiovasculares, en numerosos tipos de cáncer e incluso en otras patologías asociadas con el proceso de envejecimiento, como las cataratas o las alteraciones del sistema nervioso.
En la actualidad, se conocen los beneficios de una dieta rica en alimentos con un alto poder antioxidante. Una gran cantidad de antioxidantes se encuentra en los vegetales, lo que explica que incluir frutas, legumbres, verduras y hortalizas o cereales integrales en nuestra dieta sea tan beneficioso y saludable.