La escritora Marina Mayoral ha sostenido hoy, en su ingreso en la Real Academia Galega (RAG), que la destrucción de las cartas de Rosalía de Castro por parte de su marido, Manuel Murguía, perseguía convertir a la autora en una «mártir», aunque considera que esta tarea fue «inútil» porque «toda Rosalía está en sus versos publicada».
Marina Mayoral (Mondoñedo, Lugo, 1942) se ha convertido hoy en miembro de honor con un discurso titulado «¿Por qué Murguía destruyó las cartas de Rosalía?», respondido por el académico de número Xosé Luís Franco Grande, promotor de su candidatura.
En la sede de la RAG, abarrotada, Mayoral ha sido recibida con un estruendoso y largo aplauso de numerosas personalidades del mundo de la cultura gallega.
Allí ha asegurado que Manuel Murguía, que sobrevivió 38 años a la muerte de su mujer, «había construido la imagen de una Rosalía mártir», por lo que «para completar su labor de enaltecimiento solo le faltaba destruir las cartas, en la que debía aprecer una Rosalía que no se ajustaba a esa imagen».
«Toda Rosalía está en sus versos publicados. En ese sentido, la destrucción de sus cartas fue inúltil», ha añadido la escritora, que también es catedrática en la Universidad Complutense de Madrid además de novelista e investigadora.
Mayoral consideró hace 48 años que la destrucción de las misivas se debió a la proteción de su propia imagen, pero ahora piensa que «su intención fundamentalmente no fue protegerse a sí mismo, sino proteger ante la posteridad la imagen de su mujer».
Ha recordado el «desánimo» de Rosalía con su trabajo y su tendencia a romper sus obras, frente a la imagen construida por él de una mujer «que se compadecía del dolor ajeno y que mantuvo siempre una actitud digna y noble ante el dolor propio», por lo que opina que la destrucción de las cartas está enmarcada en el «proceso de mitificación de Rosalía».
Las dudas de Marina Mayoral sobre su opinión acerca de la destrucción de la correspondencia llegaron a raíz de unas palabras de la propia autora, que dijo que su marido trabajaba «sin cesar» para hacerla «inmortal».
Murguía, quizá, lo planteó desde la corrección de sus obras, las críticas laudatorias, la búsqueda de personalidades que la apoyasen y la ocultación de los datos biográficos perjudiciales.
Su trabajo fracasó porque las obras publicadas de Rosalía muestran «el odio, pero también la peidad y la compasión», que se perciben con una lectura «con atención y sin prejuicios».
No erró, sin embargo, en su importante «labor de protección y de defensa de la imagen de su mujer a lo largo de toda su vida», que todavía persiste hoy con el nombre de Rosalía asociado a «más que una gran escritora».
«Algunos escritores consiguen con su obra convertirse en símbolos de un país. Rosalía encarna la voz del pueblo allego, es su alma máter, la gran madre que reflejó mejor que nadie la psicología, los problemas y las penas de su pueblo, la voz que denunció las injusticias y reivindicó sus derechos», ha agregado.
En ese sentido la ha comparado, con referencia a Galicia, con Dante en Italia, Goethe en Alemania, Shakespeare en Inglaterra, Cervantes en España o Víctor Hugo en Francia.
Con motivo de su ingreso en la RAG, Marina Mayoral tiene, desde hoy, «un lazo más con Galicia», una tierra que, a pesar de ser la suya, dejó con diecinueve años.
Xosé Luís Franco Grande, en su respuesta, ha recordado la «personalidad literaria ya de proyección internacional» de la nueva integrante de honor de la Academia.
Como hizo cuando avaló su candidatura, el académico destaca la narrativa «muy rica, por veces de mucha osadía expositiva, muy madura en las técnicas expresivas y siempre sugestiva, sugerente y bien construida».