La existencia, tejida en no pocas ocasiones de amarguras y tristezas, puede llegar a antojarse carente de sentido, tanto que muchas veces no acertamos a diferenciar lo real de lo imaginario. Así es la materia de la que está hecha la Tierra de Escandoi, Corazón de la Última de Todas las Bretañas Posibles, de la que Ramón Loureiro (Santa Mariña de Sillobre, La Coruña, 1965) es su magistral cronista.
Escritor, periodista y fotodocumentalista, académico de número de la Academia de San Rosendo, Loureiro se ha convertido, con un puñado de obras (Morgado en 1997, O Corazón Portugués en 2000, Las Galeras de Normandía en 2007 y León de Bretaña en 2009), en el narrador de la belleza, la verdad y la bondad de la Tierra de Escandoi y, con ello, de un sinnúmero de mundos y universos.
En la última novela de Loureiro, La asombrosa conquista de la Isla Ballena (Ed. Eurisaces, 2013), León Daniel María Bonaparte, Glorioso Emperador Alado del Envés de la Última de Todas las Bretañas Posibles, afronta su más ambiciosa aventura: la ocupación de un cetáceo con forma de ínsula -¿o es la revés?- llamado Jasconio.
Tras llevar a cabo esta empresa, sus protagonistas, dispuestos a seguir viviendo en su achicado mundo la extraña vida de los muertos, verán cómo en presencia de San Rosendo, Patrono de la Diócesis Mindoniense, el Cielo los hace partícipes de un mensaje que los hará llenarse de luz y esperanza.
Con estos mimbres narrativos Loureiro urde todo un mundo en el que lo infinito, lo mágico, lo imaginario, lo real, lo espiritual y lo tangible se mezclan en un caos pleno de sentido, fruto del profundo y persuasivo convencimiento de que más allá de la realidad material hay otra realidad, superior y distinta, hermanada con una forma superior de verdad, que es la verdad poética.
En palabras de Basilio Losada, prologista de La asombrosa conquista de la Isla Ballena : “En la literatura hay muchos caminos y el que, con un lenguaje luminoso, preciso, exacto, un lenguaje que podríamos llamar notarial si hubiese algún notario capaz de escribir con la brillantez y precisión de estas novelas, ha elegido Ramón Loureiro es uno de ellos y quizá el más fecundo: un mundo que se define por la inexistencia de la muerte y por la inexistencia de la eternidad”.
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– Una de las virtudes de La asombrosa conquista, al igual que en sus novelas anteriores, es la perfección formal. ¿Cómo ha sido el proceso de gestación de esta obra?
Ramón Loureiro -Tras haber publicado Las galeras de Normandía y León de Bretaña, sentía la necesidad -bueno, no sé si necesidad es la palabra…- de escribir un libro diferente; un libro en el que estuviese más presente el humor y que no girase alrededor de las voces de mis muertos. En ese sentido, La asombrosa conquista de la Isla Ballena es, cuando menos en cierta medida, consecuencia directa de los libros de los que antes hablaba. Pero la obra que ahora publica Eurisaces en su colección de creación es una novela que aun formando parte del mismo macrotexto que todos mis libros de ficción, existe de manera por completo autónoma, sin adscribirse a ciclo alguno en el marco de mi producción literaria.
– ¿De qué se ha alimentado entonces?
R.L. -Yo escribo muy poco, muy lentamente, y corrijo hasta la extenuación. Este nuevo libro, aun siendo en efecto una obra narrativa, quise que también estuviese alimentado internamente por la poesía. Porque una de las más firmes realidades que existen, a mi entender, es la verdad poética. Y creo que el resultado no es del todo malo.
– Hondura filosófica, existencialismo, memoria y narración equilibradas, estilo brillante… ¿Cuál es para usted la característica principal de La asombrosa conquista de la Isla Ballena?
R.L. -¡Pues no sé muy bien qué responder a eso!.. Realmente, me falta distancia para hablar de mis propios libros. Aunque a riesgo de caer una vez más en la pedantería, lo que sí puedo decir es que ahora estoy convencido de que mi particular universo de ficción, el que tiene su epicentro en la Tierra de Escandoi y su principal escenario, tanto en la Última de Todas las Bretañas como en el Reverso de esa misma Bretaña, que es el que habitan los muertos, ya es por completo autónomo, y existe y va creciendo por sí mismo, sin ya precisar siquiera ahora de su creador.