El documento sobre la vía escocesa hacia la independencia es un sí, pero no. Pretende dejar de Jefe de Estado al monarca británico y de Banco Central al de Inglaterra. Es decir ser independiente pero menos. Pretende estar en la UE dejando la Unión Jack (la bandera de UK). Pretende que los pensionistas del nuevo Estado cobren menos de 800 euros al mes, una pensión que en España sería de las bajas. Eso sí, quiere tener un ejército propio. No quiere romper los lazos sentimentales con Inglaterra, pero tampoco quiere mantenerse en sus fuerzas armadas ¿Para defenderse de quién? ¿Del ejército británico?
Es decir, quiere una independencia, pero menos. Una soberanía compartida, pero más. Algo complejo. No se atreve a decir a sus compatriotas que para pasar de Glasgow o Edimburgo a Londres tendrán que sacar el pasaporte; porque estarán fuera de Schengen. Dice que estará en la UE, cuando la Comisión ha dicho, por activa y pasiva, que no está dispuesta a que los nuevos estados, originados por secesiones dentro de su territorio, entren en la UE.
Eso sí, promete no subir impuestos, algo a lo que los escoceses son muy sensibles. Tienen fama de austeros, sino tacaños ¿Cómo lo va a hacer? Dice que quitando las armas nucleares ¿le dejará la OTAN? ¿O va a salirse del tratado de defensa de las naciones occidentales? No lo creo. Lo propone, pero sabe que no lo va a cumplir. Los españoles nos acordamos de aquel “de entrada no” en el referéndum sobre la adhesión a la OTAN, que fue una trampa para que luego fuera “de entrada sí”, por supuesto, porque nos lo pedían nuestros aliados: con la política internacional de defensa no se juega.
Promesas tramposas.
Pero, además su propuesta, es tramposa. Primero porque para que se cumplan algunas de las promesas debería contar con la otra parte; con el resto del Reino Unido. La Reina Isabel II no tendrá inconveniente en seguir siendo su soberana, jefe del Estado, pero a cambio de impuestos. Así fue siempre en la historia, la ampliación de territorios reales tenía el objetivo de ampliar la base impositiva del reino. La monarquía inglesa ya es Jefe del Estado en Canadá y en Australia. Otro territorio más no le importaría.
Ahora bien, el Banco de Inglaterra exigiría a Escocia condiciones que le impedirían tener soberanía efectiva. Además las decisiones de ese Banco Central serán en interés del Reino Unido. Si hay inflación en Inglaterra o Gales restringirá el crédito, aunque a Escocia no le convenga. Nadie les puede impedir que utilicen la libra, pero será una moneda que se regirá por intereses ajenos a los escoceses. Tarde o temprano tendrán que irse de ella (ni Canadá, ni Australia tienen la Libra como moneda).
Los sentimientos también cuentan
Todo ello sin tener en cuenta que la ruptura emocional puede llevar a que alguna de las ilusiones de Salmond se trunquen ¿Estará el Parlamento Británico de acuerdo con esa independencia-dependiente? o ¿decidirá que los escoceses se las arreglen solitos en todo si llegaran a renegar de la nacionalidad británica? Cuando el sentimiento cuenta, el corazón tiene razones que la razón no entiende (Descartes).
Y hablando de sentimientos, no he visto nada sobre si los equipos de futbol escoceses seguirán en la Premier Ligue o no. Seguro que ni lo mienta. Porque las cosas serias, las de verdad, es mejor que no se analicen. Eso sí que le crearía detractores.
En conclusión: Salmond sabe que no lo va a conseguir. Las encuestas le son desfavorables, Por eso amaga, trata de decirles a sus conciudadanos que la independencia es “independencia pero menos”. Intenta engatusarles para decir que no sería para tanto. Porque si pusiera a los escoceses realmente delante de una independencia de verdad, en serio, su predicamento sería nulo. Por eso dice “sí, pero no o no, pero sí”.
Sin contar con que las rupturas siempre son traumáticas, pierden las dos partes y la pequeña mucho más. Todos los análisis económicos dicen que tras ellas hay siempre una bajada del PIB importante en la más débil por el efecto frontera, pero de esto no dice nada. No pone las cosas frente a la cruda realidad. No es valiente. Es un patriota melifluo, tibio.