En este sentido, apuntan que la compra de disfraces y sus accesorios tiene que realizarse con los mismos estándares de calidad y seguridad exigidos para cualquier otro producto, con independencia de que éstas sólo se utilicen durante unos cuantos días.
En caso de detectar alguna irregularidad en los productos adquiridos, el consumidor puede dirigirse a las oficinas de consumo donde recibirán el asesoramiento necesario. Cabe recordar que los disfraces para niños se consideran juguetes y, por lo tanto, a la hora de comprar dichos productos hay que tener el mismo cuidado que si se tratara de un artículo destinado a edades infantiles.