No hay una guía para detectar la carencia afectiva, que de forma prolongada se convierte en un trastorno o síndrome. Pero sí señales que pueden activar la alarma, en colegios, consultas médicas, en centros sociales.
El síndrome de privación afectiva se produce cuando un niño no se siente querido en casa y es testigo de un ambiente que le resulta hostil. También puede aparecer cuando está desatendido y no ha tenido un agarre familiar que le sostenga.
Francisco Rodríguez, director del Instituto de Evaluación Psicológica (EOS) explica los siguientes indicadores que pueden hacer sospechar sobre un caso de síndrome de carencia afectiva:
-Niños egocéntricos, con miedos, fobias y ansiedad.
-Chicos con alteraciones neurológicas y que presenten trastornos de estrés, ansiedad o cuadros depresivos.
-Cambios bruscos de conducta y respuesta agresiva.
-Menores con dificultades para expresar sentimientos y con problemas para modularlos.
El psicólogo insiste en que no se pueden extraer conclusiones al constatar estos indicadores, porque pueden ser resultado de otros factores. Como un hogar desestructurado, golpeado por la crisis, en un ambiente deprimidoo un contexto de violencia familiar.
Otras señales de alarma pueden ser el fracaso escolar y un caso de malnutrición.
Josep Cornellá, psiquiatra infantil, insiste que es fundamental la historia clínica y advierte de que no se pueden establecer conclusiones por detectar que el niño es inquieto. “El médico no es un juez ni un detective. Que no nos utilicen para detectar a las víctimas de la desatención”. El especialista asegura que se investiga si la carencia afectiva, que “es causa de males, conflictos y traumas en el futuro”, puede desencadenar el TDAH.
¿Qué les pasa en el futuro a estos niños? “Si no tienen la referencia de la figura materna puede tener carencias en la personalidad que le va a afectar en su vida. Se moverá con inseguridad y desorganización”, afirma Cornellá.
“La inmadurez emocional llega a la edad adulta. Y esa persona puede ser egocéntrica, tener dificultades para establecer vínculos sociales y sufrir trastornos de ansiedad”, sostiene el psicólogo Francisco Rodríguez. Los problemas para expresar y gestionar sentimientos pueden conducirles a actuar con violencia ante las emociones negativas. También, pueden convertirse en dependientes emocionales toda la vida.