Según Elena Roger, pedagoga del Gabinete SoloHijos, dos de las armas más eficaces para destruir la comunicación de la familia son la ironía y la insolencia, ya que ambas son “primas hermanas y conviven disfrazadas de mil formas” en el hogar. Cuando los padres están enfadados, deben evitar la ironía para “describir tus sentimientos”. Es sólo “cuestión de entrenamiento”, añade la experta.
Algunos padres creen que estos dos recursos son mejores que los gritos o las amenazas, o incluso que los insultos o la burla, pero no se dan cuenta de que el sarcasmo “hiere profundamente la autoestima de los niños” e indirectamente también la de los padres, crea distancia entre ambos y “distorsiona totalmente el mensaje” que se quiere transmitir, añade Roger.
La experta del portal de educación Solohijos.com avisa de las consecuencias que conllevan que los padres hablen a sus hijos con sarcasmo. Entre ellas, Roger destaca que con esta actitud, los padres enseñan “un modo irrespetuoso” de hablar y de relacionarse con los demás porque usar el sarcasmo con los hijos ya es “una falta de respeto” hacia ellos.
Roger afirma también que cuando los padres usan la ironía, dicen implícitamente al hijo que “no es suficientemente valioso” para ellos, se separan emocionalmente de él, colocándose ambos en una relación de “superioridad alienante”. Este es el camino más corto para provocar en el hijo el “deseo de llevarte la contraria y desafiarte”, añade la educadora, lastimándole “fatalmente su autoestima”.
Qué decir y… ¡qué callar!
Elena Roger expone una serie de frases irónicas, habituales entre los padres enfadados, y sus correspondientes sugerencias en el tono adecuado para no interrumpir la comunicación y ser más eficaces… ¡educando!.
· ¿Crees que soy tu esclavo? / Puedes hacerlo tú mismo
· ¡Por fin lo has pillado! / Cada uno tiene su ritmo para aprender
· Largo de aquí que molestas / Necesito un rato de tranquilidad
· ¿Eres tonto o qué? / Espero que me entiendas
· ¿Estás esperando al hada mágica para recoger? / Me molesta tu falta de colaboración. Esta casa es de todos y todos colaboramos.
· Ahora hemos de esperar a que el marqués acabe / Deberías de haber empezado antes. Nos estás retrasando a todos.
· Esta es mi casa, vete si no te gustan las normas / Esta norma es innegociable
· ¿Ahora vas a ser tú quién me diga lo que debo de hacer? / Puede que no estés de acuerdo conmigo, pero es mi decisión.
· Porque lo digo yo y basta / Con esta norma no voy a negociar; es demasiado importante para mí.