Luis G. M. es funcionario de prisiones de la cárcel de Aranjuez. Tiene 43 años, mujer y dos hijos. Hasta los 30 fue locutor de radio. Pasó de entrevistar a Jennifer López a vigilar a los jonkies de Madrid. “Sí, tenía un trabajo más apasionante. Pero no me compensaba porque quería formar una familia”.
¿De la radio a la prisión?
Mundos dispares. Es un trabajo de campo, porque en la cárcel está toda la diversidad de la raza humana. He visto a gente buena que puede hacer cosas terribles y gente mala que puede hacer cosas muy buenas.
La cárcel es la representación de la sociedad. Puede acabar cualquiera ahí y eso nos iguala.
¿En qué consiste tu trabajo?
El puesto que ocupo es de vigilancia, nuestra labor principal es la observación. Estamos presentes para que la convivencia sea cordial. Los internos necesitan una autoridad presente para que sus conductas no sean violentas.
Estoy desde que se levantan, en la apertura de celdas, en el desayuno, en el inicio de actividades: educativas, deportes…, por si ocurre algo o para que no ocurra nada. Además, hago labor administrativa. Somos el último intermediario entre los presos y los médicos, psicólogos, etc.
Además, soy miembro de la comisión disciplinaria: órgano colegiado que se ocupa de valorar las distintas conductas en prisión contrarias a la norma. Tenemos la potestad de sancionar a un interno que tiene una mala conducta. Lo hacemos desde un punto de vista administrativo.
Si un preso agrede a otro interno, se le puede sancionar con la privación de paseos. Es decir, unas tardes se queda en su celda viendo la televisión. Las sanciones suelen ser poco gravosas, salvo los aplazamientos o suspensiones de los permisos penitenciarios, para poder salir o tener encuentros.
¿Cómo es la relación con los presos?
Como siempre ocupamos el mismo puesto, nos encontramos con los mismos presos y la relación suele ser cordial, respetuosa. Ocasionalmente puede haber roces, pero se debe a la convivencia. Los tenemos en nuestras casas, pues imagínate allí que te relacionas con 300 internos.
¿Sabes que delito ha cometido cada “caco”?
Si queremos tenemos acceso al expediente del interno. Podemos ver las sentencias. Pero, a veces no hace falto consultarlo, ellos te lo cuentan con naturalidad. Aun así, prefiero no saberlo, para que no interfiera en mi relación con ellos.
¿Te sientes seguro en tu trabajo?
Sí, cuando hay funcionarios suficientes. El problema es que últimamente no hay por los recortes. Se necesita una oferta pública generosa, que lleve más funcionarios a las prisiones para que todos estemos más seguros. Tanto los internos como los funcionarios.
Trabajamos con unos 200 internos por cada 3 funcionarios. Los presos están en continuo movimiento, no en sus celdas. El estereotipo cinematográfico no se corresponde con la realidad. El preso está en la celda exclusivamente para dormir y a la hora de la siesta, desde las 14:30 hasta las 17:00 horas. El resto del día está en el patio, en el polideportivo… Si estuvieran quitecitos en un patio no sería difícil.
¿Crees en la reinserción de los presos?
En general no. La reinserción vale para quien comete un error puntual. Hay algunos internos que se han relacionado con las cárceles desde pequeños, han acudido a ver a sus familiares que estaban presos. Esa gente es muy difícil de reinsertar porque es su medio muy natural. Ni siquiera les resulta traumático ni estar ni volver. Pero, a la gente que proceden de un contexto social distinto y han cometido un error puntual, que podemos cometer todos, suelen reinsertarse con facilidad.
¿Estás satisfecho con tu trabajo?
Sí, en prisión hay gente con muchas necesidades. Se puede hacer mucho bien. Pero, todos tenemos días.