España redujo un 23% su ayuda humanitaria pública durante 2010, en comparación al año anterior, a pesar de que la tendencia general en el resto de donantes de la comunidad internacional ha sido de mantenimiento e incluso de aumento de las cifras.
Los datos ha sido según revela el informe »La acción humanitaria en 2011-2011: crisis sobre crisis», elaborado conjuntamente por el Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH) y Médicos sin Fronteras (MSF).
A juicio de los autores del informe anual, el caso de España es «especialmente significativo» porque ha sido la primera vez en los últimos años en que se ha registrado un descenso de la ayuda humanitaria pública de nuestro país. Ese dato, advirtieron, «supone un »aviso para navegantes» de lo que pueda acontecer en los próximos años en un escenario internacional dominado por la crisis económica».
«Los recortes en las crisis nos parecen lógicos, pero siempre que haya un criterio, y en el caso de la ayuda humanitaria no lo ha habido», declaró el codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH), Francisco Rey, durante la presentación del informe en la sede de MSF en Madrid.
En los años anteriores, España había sido un «donante nuevo rico» cuyas ayudas no habían contribuido «a generar capacidades» dentro de los países beneficiarios, lamentó por su parte el responsable de relaciones internacionales de MSF-España, Carlos Uriarte.
En estas condiciones, la ayuda humanitaria en situaciones de crisis «ha corrido el riesgo de convertirse en una mera foto en el aeropuerto de Torrejón de Ardoz y en el despegue de un avión«. Según Francisco Rey, «el descenso del 23% hubiera sido mayor si no hubiera habido el terremoto de Haití«, agregó el codirector de IECAH.
En opinión de Rey, la ayuda al desarrollo y la ayuda humanitaria deben formar parte de «un compromiso global del Estado» y no pueden depender de las coyunturas económicas.
Por ello, advirtió contra la tendencia a considerar «que la política de apoyo al desarrollo es una política de épocas de vacas gordas», una opinión de la que se están valiendo algunos Ayuntamientos para reducir sus contribuciones, entre ellos el de Madrid, según Rey.
«Selección del esfuerzo humanitario»
Por su parte, el otro codirector de IECAH, Jesús Núñez, explicó que la ayuda humanitaria internacional se enfrenta en la actualidad a varios factores fundamentales, entre los que destaca la existencia de «un escenario todavía dominado por la mal llamada »guerra contra el terror»», que ha conducido a una «selección del esfuerzo humanitario» y a una «fijación obsesiva» en las concesiones de las ayudas en detrimento de otros problemas, como el hambre o las pandemias.
Relacionado con ello, otro problema es el de la llamada »securitización» de las relaciones internacionales. «Hemos vuelto, de algún modo, a la »Guerra Fría», a la lógica del »conmigo o contra mí», al »blanco o negro», a los »buenos y malos»», denunció.
Esta situación, según Núñez, continúa pese a las «expectativas» que había creado la Presidencia de Barack Obama en Estados Unidos, y contribuye a que haya una «enorme presión sobre el espacio humanitario» y a que se intente «la subordinación de la ayuda humanitaria a otros objetivos».
Como consecuencia directa de esta «manipulación de la acción humanitaria con otros fines que no son los propios, como políticos, militares o económicos», se está produciendo «otra vuelta de tuerca en la criminalización de la acción humanitaria» que pone directamente en peligro a los trabajadores humanitarios, destacó Carlos Uriarte.
Ejemplo de ello, destacó, es la acción armada lanzada por Kenia contra las milicias islamistas de Al Shabaab tras el reciente secuestro de dos cooperantes españolas de MSF en los campamentos de refugiados somalíes, sobre cuya actual situación ha pedido «discreción» porque, de momento, «no hay nada que decir».
La organización se opone a que «los trabajadores humanitarios sirvan de excusa para cualquier acción militar», aseveró.
El tercer factor negativo a que se enfrenta la ayuda humanitaria mundial, según Jesús Núñez, es la creciente «renacionalización» de las relaciones internacionales, que perjudica el enfoque multilateral para problemas cuya solución «supera las posibilidades individuales de los países».
La crisis como excusa
La crisis económica, aparte, está sirviendo «de justificación para recortes en la acción humanitaria», denunció. Asimismo, existe el riesgo de que se vaya «más allá, que no sean recortes coyunturales» y se conviertan en una «dejación» generalizada de los Gobiernos, añadió Núñez.
Esta reducción ha sido especialmente relevante en lo que respecta a las contribuciones a organismos multilaterales, un ámbito en el que «la cooperación española estaba hasta ahora por encima de otros países».
En concreto, la llamada ayuda multibilateral ha pasado de casi 232 millones de euros a apenas 124 millones y la ayuda multilateral ha descendido de 154,3 millones a 145,7 millones.
Un ejemplo de ello, precisó Francisco Rey, es la contribución española del Fondo de Respuesta a Emergencias de la ONU, en el que España ha pasado de ser el sexto donante en 2008-2009 a ser el decimosegundo o decimotercero en la actualidad.
Otro ejemplo es la aportación española al Fondo Mundial de la ONU para la Lucha contra el Sida, la Malaria y la Tuberculosis, en el que España ha pasado de ser el cuarto donante de fondos en 2009 a «desaparecer, con una contribución de cero», denunció Uriarte. «El Gobierno ya ha confirmado que no va a dar nada en 2011», advirtió.
Al respecto, el responsable de MSF recordó que, el pasado mes de junio, la comunidad internacional se comprometió en Nueva York a ampliar la cobertura de medicamentos antirretrovirales a quince millones de personas en 2015, pese a lo cual, «apenas tres meses después» se decidió suspender la siguiente ronda de reposición.
La «excusa» esgrimida por los donantes para «congelar los fondos», lamentó Uriarte, es que se había detectado un desvío fraudulento en el uso del dinero. «De los más de 13.000 millones de dólares utilizados hasta la fecha, solo hubo un desvío del 0,3 por ciento» que, encima, fue detectado y hecho público «por los propios mecanismos de supervisión del Fondo», aseguró.