Diversas comunidades autónomas, como Andalucía, Asturias y País Vasco, han decidido retirar de las aulas las pizarras de tiza fabricadas antes de 1990, ya que pueden contener amianto.
El uso de este mineral está prohibido desde que se constató cómo su exposición puede provocar cáncer de pulmón y asbestosis, y su utilización fue abandonándose paulatinamente desde los años ochenta hasta prohibirse por completo en el 2002.
La compañía Legamaster, fabricante de productos de rotulación y escritura, ha alertado del peligro que suponen para la salud este tipo de encerados del siglo pasado, y aconsejan la sustitución de todos ellos, evitando así tanto los posibles problemas provocados por el amianto, como los que traen causa de la utilización de las tizas.
De tal forma, lo más aconsejable sería la colocación de pizarras blancas en las que se usan rotuladores y que también sirven como pantalla para proyectores.
El riesgo de amianto es real
Lo cierto es que, aun cuando algunos puedan pensar que esta es una noticia rodeada de grandes dosis de mercadotecnia, el riesgo del amianto es real.
Tanto es así que, ya en diciembre de 2015, el Gobierno vasco retiró varias pizarras que contenían amianto, después de que, en un colegio de Vitoria, un operario, al partir en dos una de ellas, quedó expuesto a las sustancias.
La retirada de esa media docena, que se encontraba rota, taladrada, lijada o deteriorada, fue inmediata, y se insistió en que el riesgo únicamente se corría en estos casos. Por ese motivo, se ordenó a los colegios que efectuaran un inventario del estado de sus encerados para sustituirlos en el caso de que fuera necesario.
A raíz de esta noticia, la Federación Estatal de Enseñanza de CCOO difundió el folleto explicativo Amianto en los centros educativos, el enemigo invisible, donde se detallan los riesgos y medidas de seguridad a adoptar en relación con este mineral.
A día de hoy, CCOO exige un protocolo de actuación sobre el amianto para los centros educativos construidos antes de 2001, solicitando actuar sin demora.
Mientras algunas comunidades toman medidas y otras todavía están decidiendo qué hacer, este septiembre más de un estudiante se sorprenderá al mirar para la pared que tendrá delante. Le habrán cambiado el paisaje, pero por motivos de salud.