¿Existe la igualdad en el mundo laboral entre hombres y mujeres? Esta es una de las preguntas que se hace Sonsoles Ónega en su libro ‘Nosotras que lo quisimos todo’ (Planeta) y que responde con estas palabras: “están atrapadas en un timo”.
En esta novela la periodista relata la historia de varias mujeres que intentan conciliar su profesión y su vida familiar. La protagonista de su historia es Beatriz, esta mujer solo quiere tener lo mismo que pueden tener lo hombres, una carrerea profesional y una familia. Beatriz está convencida de que puede conseguirlo pero se da cuenta de cosas como que “no nos dijeron que esto no sería a sí o que su madre o sus abuelas no tenían que ser súper mujeres”. Por ello se siente atrapada en un timo.
¿Por qué y por quién se siente timada?
La protagonista del libro descubre que compaginar el mundo laboral con el familiar tiene algo de timo porque las estructuras sociales y empresariales no han cambiado a pesar de que las leyes lo permiten.
¿Realmente la conciliación es batalla perdida?
No, todo lo contrario. Es una batalla que tiene camino que recorrer. Una mujer que quiera tener una carrera profesional se da cuenta de que es muy difícil, que las estructuras son muy rígidas y que no se adaptan a las necesidades de las mujeres. La mujer sola no puede, necesita ayudas externas tanto familiares como por ejemplo usar una guardería. Esta es la realidad de la mujer profesional.
No es una obligación que todas las mujeres quieran tener una carrera profesional pero lo justo es que lo puedan hacer. Creo que el mundo profesional tiene que renovarse, se han hecho cosas muy validas, pero se da la circunstancia de que una de estas medidas es la reducción de jornada. Esta medida penaliza la carrera profesional de las mujeres y esta es una queja que cada vez se oye más en el mundo laboral. Habría que renovar algunas partes del pacto social con las mujeres. Por ejemplo, la Comisión Europea ha puesto en marcha el programa Flexi-time que permite convertir las horas extras en tiempo libre. No conozco ninguna directiva que tenga reducción de jornada.
Es periodista… Ha elegido una de las peores profesiones para conciliar…
Mi profesión es una de las más complicadas para conciliar pero tengo una jefa que entiende que si no hay trabajo te vas a casa y si tienes un compromiso con tus hijos puedes llegar un poco tarde al trabajo. Ella confía en que voy a cumplir y yo confío en que ella entiende mis necesidades.
Cuando una mujer pide algo devuelve el doble. En mi caso la conciliación no pasa por lo establecido gracias a la complicidad de mi jefa, a pesar de que ella no tiene hijos. Los hijos no son la única excusa para conciliar. Hay que reivindicar el tiempo para todos porque lo más valioso que tenemos es el tiempo. Hay muchas formulas para conciliar.
Dígame tres soluciones, si las hay, que propondría para acabar con el »timo»
1-Estímulos reales para que los hombres se sientan atraídos por los permisos para conciliar. Hay que revalorizar el cuidado, hay empresas que se dan cuentan de que las personas que se han dedicado a cuidar puede tener unas capacidades que aplicadas a lo profesional son muy valiosas. Por ejemplo, para acceder al Consejo del Poder Judicial para ser letrado consideran el haber cuidado de los hijos un merito.
2-Fórmulas para flexibilizar horarios como el flexi-time o instaurar las jornadas intensivas.
3-La tercera es que la ayuda en casa pueda tener algún tipo de estimulo fiscal.
¿Conoce casos de mujeres que hayan renunciado a la maternidad por el trabajo, o al trabajo por la maternidad?
Hay una directiva de una súper compañía que en un momento dado ella trabajaba en Bruselas y de buenas a primeras su puesto desapareció del organigrama. Hay que despenalizar a la profesional que quiere ser madre y a la madre que quiere ser profesional . Al final nosotras tenemos que recuperar la veracidad de nuestro discurso, la que quiera. No conozco a nadie que haya renunciado a la maternidad, este dilema no se lo plantea el hombre.
¿Qué países son los mejores en conciliación y facilidades y cuál debe ser el ejemplo a seguir en España?
Todos los países del norte de Europa, yo cito en el libro a Islandia porque es un país de guerreras. En 1975 fueron capaces de parar el país para reivindicar lo suyo. Es un país donde la inversión para ayudar a las mujeres está asimilada en los presupuestos del Estado. Se sale antes de trabajar, las bajas son iguales para todos y hombre y mujeres se sitúan en la misma casilla de salida. Noruega permite a sus trabajadores cogerse 20 días libres justificados por necesidades de sus hijos. Aquí, sin embargo, en algunas empresas te miran mal.
Ha dicho en alguna entrevista que no el libro no es un alegato al feminismo y que usted está muy alejada del feminismo…
El libro no es feminista. En todo caso sería un feminismo de igualdad. Yo no he querido etiquetarme como una feminista ni la protagonista lo es. La igualdad de unos y otros es que vayamos avanzando.
La competencia entre mujeres existe y a veces incluso más que en los hombres y hay zancadillas. Provoca eso que muchas renuncien a estar más tiempo en casa ¿Se ha encontrado casos?
Vivo en un entorno profesional muy femenino no solo en la redacción sino en el Congreso de los Diputados y hemos tejido una red de ayuda. A veces la mujer tira piedras sobre el tejado de la mujer. Hay mujeres que te preguntan ¿Con quién has dejado los niños? Cuando ti no estás con ellos, sin embargo a un hombre otro no le pregunta donde están sus hijos cuando ellos están trabajando hasta tarde.
¿En qué se parece la Beatriz del libro a Sonsoles Ónega?
Se parece en la perplejidad con la que observa el mundo y en el 99% de las escenas cotidianas que rozan lo ordinario del día a día, me siento muy identificada. En las emociones, sensaciones y sentimientos me siento muy identificada.
¿Tu marido se ha leído el libro? ¿Qué dice?
Sí, se lo ha leído. Lo primero que me dijo es que una parte de razón sí que tenemos las mujeres. Lo que me gusta de los hombres que lo han leído es que se reconocen en algunas de las escenas que aparecen en el libro. Me hace ilusión que podamos contar con sujeto, verbo y predicado en las historias normales y que ellos se reconozca y ayuden un poco.
Ha puesto como ejemplo a Soraya Sáenz, la vicepresidenta, por cómo compaginó su carrera con su embarazo y el nacimiento de su hija… ¿Los políticos son los primeros que deberían hablar de conciliación?
Se debería hablar más de la conciliación, entiendo que el tema de la mujer ha quedado relegado por la economía o el paro. El caso de Soraya es uno de esos en lo que las mujeres no deberíamos juzgarlo porque en el caso de un hombre no se juzgaría. Se podrían haber buscado alternativas, pero no sabemos si se dio esa circunstancia. Que ella no se cogiera la baja no me obliga o mi a no cogérmela.
Si hubiera sido Rajoy sería solo una anécdota en la noticia pero que Soraya fuera madre era un titular.
¿Cómo crees que se ha tratado la noticia de que Susana Díaz va a ser madre?
Creo que Susana ha mandado un mensaje muy potente a las mujeres, ha dicho que puede con la cita electoral con el reto político y que lo va a hacer. Otro de los problemas que está habiendo en la actualidad es que se están retrasando mucho la maternidad, ser madre es muy cansado pero el cuerpo se va notando.
Lo que hay que dejar claro es que las mujeres no perdemos neuronas en el paritorio. Las mujeres cuando son madres son capaces de hacer más cosas, se convierten en súper mujeres. Llegas a todo, relativizas muchas cosas y tienes una mirada distinta de las cosas pero no te hace menos capaz.