“President, ponga las urnas”, le conminó Carme Forcadell, presidenta de la Assamblea Nacional de Catalunya (ANC), el 11 de septiembre.
Y Artur Mas obedeció: pone las urnas para el 9 de noviembre, aunque sean de cartón y reconozca que los resultados no serán significativos, entre otras cosas porque no hay censo electoral, no habrá interventores de diversos partidos en las mesas y la oposición no irá a votar. Podrá votarse durante 15 días, otra curiosidad.
“President, convoque elecciones plebiscitarias a celebrar antes de tres meses”, le exigió Carme Forcadell el pasado día 19 de octubre. A Mas no le ha gustado tanta concreción, porque se notará mucho quien manda y quien obedece, pero no cabe duda de que cumplirá.
Si Maquiavelo no hubiera existido, descartaríamos otra lectura de estos hechos que algunos se hacen: Mas y Forcadell lo pactan todo en secreto y luego se escenifica de este modo. Sea como sea, quien queda descolgado en este momento es Oriol Junqueras, presidente de ERC, porque se ha dado la impresión de que es él quien tiene la culpa de que se haya roto la unidad entre los partidos que quieren la independencia.
Ha sucedido que Mas reclama a Junqueras una lista conjunta, su única manera de evitar un desastre para Convergència, que en las anteriores elecciones, hace solo dos años, pasó de 62 diputados a 50, y ahora las encuestas le dan 35, con el agravante de que Unió, de Duran Lleida, hará candidatura aparte porque no quiere la independencia.
Así las cosas, la impresión es que quien manda hoy en Catalunya es Carme Forcadell, pero la anunciada entrevista entre Mas y Junqueras nos dirá el modo en que se le obedece y si hay lista única (que Junqueras no quiere) o listas separadas.