La deshumanización de las mafias que trafican con personas parece no tener límites. Muchas de las que se dedican en África a recolectar inmigrantes y colocarlos en pateras con destino a Europa tratan a las personas como auténtica «mercancía». Es la palabra que emplea el portavoz de la Comandancia de la Guardia Civil en Melilla, Juan Antonio Martín, para definir el uso que estas organizaciones hacen de los subsaharianos que buscan alcanzar España.
La Guardia Civil ha descubierto recientemente que estas mafias compran bebés y niños pequeños por 1.500 o 2.000 euros para introducirlos en las pateras con el fin de que se hagan pasar por hijos de los inmigrantes que viajan en esas embarcaciones.
El hecho de llegar con un niño a costa, explica Martín, sin duda beneficia a los falsos padres. “No es lo mismo que llegue una persona adulta sola a que lo haga alguien que dice conformar una unidad familiar con menores a su cargo”, asegura. “Indudablemente, la Administración tiene que velar por esos menores y por esa unidad familiar”, explica el portavoz de la Comandancia de la Guardia Civil de la ciudad autónoma.
“Esos niños, para esas personas, son un salvoconducto, una garantía para acceder primero a Melilla y después, por extensión, a España y al resto de Europa”, afirma el representante del instituto armado, que considera que tras la última operación desarrollada contra este tipo de prácticas (Herodoto) se ha logrado desactivar el empleo de niños con estos fines, aunque solo en Melilla.
“Desde el momento en que las mafias conocen que a todos los niños que lleguen se les va a hacer la prueba de ADN, ya no se arriesgan”, vaticina Martín, quien explica la importancia de la realización de este método de verificación, llevada a cabo en colaboración con el programa ProKids de la Universidad de Granada.
Según el portavoz de la Guardia Civil, que fue entrevistado el pasado 16 de diciembre en el programa radiofónico Seguridad y Tribunales, el éxito de este sistema ha sido tal que la Defensora del Pueblo ya está estudiando la posibilidad de recomendar su implantación a nivel nacional. “Es un drama de una magnitud tremenda que requiere de la colaboración de todas las administraciones y de la concienciación de la sociedad”, reflexiona.
La Guardia Civil empezó a sospechar hace meses de que está práctica podría estar realizándose. Empezó a percatarse a raíz de que varias mujeres aseguraron ser madres del mismo hijo o de que ingresó en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes un niño con una mujer que decía ser su madre y a los pocos días volvía a entrar ese mismo niño de la mano de otra madre.
El instituto armado ha averiguado que actualmente los niños proceden en su mayoría de países subsaharianos como Mali, Níger o Congo. Con todos ellos, la Guardia Civil tiene contactos a través de Interpol, pero no hay una relación fluida. “Nos es muy difícil”, confiesa el portavoz de la Comandancia de Melilla. “Muchos ni siquiera contestan a nuestros requerimientos”, asegura.
Martín explica que la Guardia Civil considera a los inmigrantes que alegan la custodia de un hijo falso como imputados por un ilícito penal de suposición de parto o de alteración de la paternidad, pero también como “víctimas de las mafias”. “Incluso cuando llegan a España, siguen en sus manos; aquí luego pueden ser explotados en la más absoluta marginalidad de por vida, bien mediante la explotación sexual, forzándoles a ejercer la prostitución, bien mediante la imposición de condiciones laborales denigrantes y clandestinas”, añade.