Aunque las elecciones europeas se han caracterizado por su alta abstención y el gran desapego de los ciudadanos hacia las instituciones, el Parlamento europeo juega un papel más decisivo de lo que pensamos.
La Eurocámara es el único organismo de la Unión Europea elegido directamente por los ciudadanos, y que representan a los 500 millones de europeos. Este año, la gran novedad, tras los cambios del Tratado de Lisboa, es que de los resultados dependerá también quién será el presidente de la Comisión Europea, algo así como el jefe de Estado europeo.
Éste deberá ser propuesto por los jefes de Estado o de Gobierno de los Estados miembro, y aprobado por el Parlamento por mayoría absoluta (376 votos). Si no sale elegido, deberá proponerse un nuevo candidato. Después, deberá ser ratificado por el Consejo. Los dos grandes candidatos son el conservador Jean Claude Juncker y el socialdemócrata Martin Schulz.
Este órgano comunitario, cuya composición decidiremos en las urnas el próximo 25 de mayo, tiene tres funciones fundamentales:
-Debatir y aprobar, junto con el Consejo, la legislación de la UE. Tiene un papel fundamental en las legislaciones sobre protección de consumidores o medio ambiente, por ejemplo. El Tratado de Lisboa le ha dado más poder, de forma que puede influir también en el contenido de las leyes sobre agricultura, política energética, inmigración y fondos comunitarios. En total, unos ochenta ámbitos de decisión.
El Parlamento puede proponer además a la Comisión la elaboración de determinadas normativas. Ésta envía su propuesta a los parlamentos nacionales y si deciden que es de competencia comunitaria, lo manda al Parlamento y al Consejo. El Parlamento puede modificar, aprobar o rechazar la propuesta y después, la vuelve a mandar al Consejo.
-Controlar a otras instituciones de la UE, sobre todo la Comisión, para comprobar que su funcionamiento es democrático. Cuando se nombra una nueva comisión, sus miembros, uno por cada país de la UE, no pueden tomar posesión de su cargo hasta que el Parlamento no les da luz verde. Si los europarlamentarios no permiten el nombramiento de uno de sus miembros o comisarios, se pude incluso rechazar a la Comisión en pleno.
Además, puede obligarle a su dimisión, mediante “moción de censura”, solicita informes para supervisar su labor.
-Debatir y adoptar, junto con el Consejo, el presupuesto de la UE. Además, controla que el dinero se gaste correctamente, supervisando la gestión que de este presupuesto se hace por parte de la Comisión.
Además, es necesaria la aprobación del Parlamento para decisiones europeas de gran trascendencia, como la adhesión de nuevos miembros.
Esto, a grandes rasgos. Pero para hacernos una idea de la importancia de esta Cámara, basta señalar que hasta un 70% de las nuevas leyes que se aprueban en nuestro país tienen su origen en la UE. La legislación de cada Estado miembro está obligada a trasponer las directivas y normativas que emanan del Parlamento, y estas pueden, por tanto, modificar las leyes nacionales.
Normas, por ejemplo, como la que prohibe la jornada laboral más allá de las 65 horas semanales, la exigencia a las compañías telefónicas para el establecimiento de un cargador universal para todos los teléfonos móviles, o la que permite que los instrumentos musicales sean considerados equipaje de mano, han llegado de Bruselas. También otras, como la regulación del cigarrillo electrónico o la legislación sobre cambio climático, que determina que un 20% de la energía consumida en la UE debe proceder de fuentes renovables.
Que las compañías telefónicas no abusen en las tarifas cuando salimos al extranjero, el polémico “roaming”, que los que cometen abusos en los mercados financieros sean penados con hasta cuatro años de prisión o que los Estados miembros no puedan oponerse a la dación en pago cuando sea acordada entre las partes, son asuntos que también le debemos a Bruselas.
La Eurocámara tiene además una enorme función de vigilancia del cumplimiento de las leyes de la competencia y vela por garantizar los principios que rigen el mercado único europeo, tiene competencias absolutas sobre aduanas y aranceles y establece los estándares de seguridad alimentaria o las cuotas de pesca.
El nuevo Parlamento que resulte del 25-M se enfrentará a un reto fundamental: continuar con la construcción de la unión bancaria, después de que en abril de este año se aprobase un mecanismo único de resolución bancaria, que incluye un fondo común de 55.000 millones de euros para el cierre de las entidades en quiebra.
¿A quién elegiremos?
El próximo 25 de mayo, los españoles elegiremos a 54 eurodiputados, de los 751 que tiene el Parlamento Europeo. No todos los países votan el mismo día, aunque sí lo harán entre el 22 y el 25 de este mes.
El reparto de escaños sigue el procedimiento del “principio de proporcionalidad degresiva”, que atiende a criterios de población. De esta forma, los países más poblados tienen más escaños. Eso sí, según el Tratado de Lisboa, ningún país puede tener menos de 6 diputados ni más de 96. Cabe apuntar además que España funciona en estas elecciones comocircunscripción única y esto supone que los partidos presenten una única lista para todos los votantes.
Los eurodiputados se integran en alguna de las formaciones que existen de forma tradicional en la Eurocámara, entre las que destacan el Partido Popular Europeo, el Partido Socialista Europeo, ALDE (Alianza de Demócratas y Liberales de Europa), Partido Verde Europeo, el grupo de izquierdas europeo y los nacionalistas y euroescépticos.