Editorial de El Mundo: Un fiscal riguroso e independiente que deja en entredicho al Gobierno
El diario El Mundo cuenta en su editorial que es un buen síntoma de salud democrática la renuncia de Eduardo Torres-Dulce a seguir ocupando el cargo de fiscal general del Estado que conocimos ayer. Según este diario, el fiscal general ha trabajado sin injerencias no es porque no haya habido intentos de condicionar sus decisiones, sino porque él ha conseguido frenarlas a tiempo.
Esta cabecera señala que Torres-Dulce no ha sido un fiscal general del Estado cómodo para el Gobierno ni para el PP. “Es algo que hay que consignar en su haber, porque en nuestro país nos habíamos acostumbrado al ejercicio de la Fiscalía, casi no hace falta recordar nombres, como la longa manus del Gobierno en el proceso de administración de Justicia, y no como un actor con plena autonomía. La misión de los fiscales es velar por el cumplimiento de la ley y no defender los intereses del Ejecutivo ni del partido que lo sustenta”, apunta esta cabecera.
El Mundo afirma que la gota que ha colmado el vaso de la paciencia de Torres-Dulce ha sido la consulta independentista del 9-N. Este diario explica que Torres-Dulce quería presentar una querella contra Artur Mas, pero el Gobierno lo paró pensando que Mas se iba a echar para atrás.
“Esta renuncia se produce cuando España encara un año con los procesos electorales más trascendentales desde la Transición, y coincide con la aprobación por el Congreso de dos leyes, la de Seguridad Ciudadana y la de Enjuiciamiento Criminal, que recortan derechos ciudadanos. Torres-Dulce confirma el indeseable intento de controlar políticamente la Justicia en España. Y su salida resta credibilidad a Rajoy para convencer a los españoles de que lucha por limpiar la vida pública en nuestro país”, concluye El Mundo.
Editorial de El País: Poder de mando
El País señala en su editorial que la renuncia del fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, clausura un largo periodo de tensiones con el Ejecutivo y abre otra vía de agua en un Gobierno al que le sobran los problemas. Para este diario relevar al fiscal general en año electoral confirma la falta de respeto del Ejecutivo hacia el papel autónomo que el fiscal general debe ocupar en el equilibrio institucional del país.
Para El País la dimisión se ha producido por la tramitación de la querella contra Artur Mas y otras autoridades catalanas, en cuyo recorrido el ahora dimisionario dejó patente su incomodidad por la falta de respeto a la autonomía del ministerio público. Además recuerda que Torres-Dulce había pedido una importante dotación de medios para el ministerio público, sin obtener satisfacción.
Según esta cabecera, todo esto no hace sino profundizar el clima de tensión entre el poder ejecutivo y el mundo de los jueces y de los fiscales, o al menos de partes significativas del mismo. “Queda claro que el Ejecutivo no quiere una fiscalía autónoma cuando toda una serie de causas judiciales, políticamente muy sensibles, se encuentran en pleno desarrollo, concluye este diario.
Editorial de ABC: El fiscal y la hipocresía de la izquierda
El diario ABC cuenta en su editorial que es tiempo de hipocresía en la izquierda y toca defender la independencia del fiscal general, pero lo cierto es que en la naturaleza del Ministerio Público está escrita la comunicación con el Gobierno para la defensa del interés general.
Según este diario, habrá muchas causas en la decisión de Torres-Dulce, pero el detonante ha sido la confusa e ineficaz actuación del Ministerio Fiscal frente a los delitos, notorios y flagrantes, cometidos por las autoridades catalanas antes y después de la consulta separatista del 9-N.
ABC cuenta que un Gobierno que no confíe en el fiscal general no es un timbre de honor del fiscal general, aunque para el PSOE, tan acostumbrado a las políticas de sumisión de jueces y fiscales, sea ahora la coartada para enaltecer a quien hasta hace no mucho era el denostado representante de los fiscales conservadores.
Editorial de La Vanguardia: La dimisión del fiscal general del Estado
El editorial de La Vanguardia cuenta que en los tres años en los que Torres-Dulce ha sido Fiscal General del Estado ha exhibido una limitada sintonía con el Gobierno del Partido Popular, que fue el que le nombró, lo cual ha contribuido probablemente a su retirada. Por más que ayer la atribuyera a motivos personales, y por más que Mariano Rajoy, presidente del Gobierno, diera por buenos tales motivos y los enfatizara.
Según este diario, Torres-Dulce ha tenido siempre en alta estima su autonomía. Quizás el Gobierno hubiera apreciado en él una mayor ductilidad. Pero no la hubo. Y no es de extrañar, por tanto, que en círculos próximos al Ejecutivo hayan abundado las críticas a este fiscal general, que han ido añadiendo una presión suplementaria a la que ya conlleva, de por sí, su cargo.
Para esta cabecera, la dimisión de Torres-Dulce constituye una mala noticia para los que aprecian la separación de poderes estatales expresada por Charles-Louis de Secondat, barón de Montesquieu, en su clásico El espíritu de las leyes. La labor del Gobierno y la del estamento judicial deben ser, según nos indica el ensayista francés, independientes.