Un pequeña chispa en mitad de un campo de hierba puede crear un desastre del que sea difícil olvidarse. Bosques calcinados, montes arrasados,… cada año miles de hectáreas son destruidas por las llamas, sobre todo en verano cuando el calor azota la península.
2013 fue el mejor año de la última década en cuanto a incendios y masa forestal calcinada, pero no hay que confiarse. El año pasado, las condiciones meteorológicas dieron un respiro a la península y no combinaron demasiado sus fuerzas para quemar el país.
Pero siempre hay que prevenir. Hay cinco claves que combinadas pueden hacer el incendio perfecto y, a su vez, terrorífico y desolador para nuestro paisaje.
La técnica del WWF España, Diana Colomina, y el bombero forestal del retén Huecha de Aragón con más de 10 años de experiencia, Andoni, dan a Teinteresa.es las condiciones que se pueden convertir en la peor pesadilla de bosques y montes.
1. Temperaturas por encima de 30 grados. A partir de los 25 grados ya son altas pero cuando realmente comienza el peligro es cuando los termómetros superan los 30.
2. Vientos de más de 30 km/h. Cuando el viento del sur sopla por encima de esta velocidad el fuego y sus lenguas calientes pueden extender a un ritmo inimaginable.
3. Humedad baja. Si el suelo y la vegetación tienen una humedad relativa baja, por debajo del 30%, el peligro de arder es mucho mayor porque están más secas y favorece a las llamas.
4. Montes y campos abandonados. El abandono de los campos y las zonas forestales, hace que las plantas y vegetación crezcan sin ningún control, y si prenden, es muy difícil parar el desastre.
5. La lluvia favorece el crecimiento de hierbas y masa forestal, lo que si se junta con una gran ola de calor, es muy posible que acabe ardiendo, actuando de “combustible” para el fuego.
El verano es la peor época del año para los bosques y montes porque es cuando más secos tienen, mayores temperaturas soportan, y la mínima chispa crea un incendio que destroza hectáreas y hectáreas de vegetación.