El sábado a las 02:00 horas serán las 03:00 horas. Toca adelantar el reloj una hora y robársela al sueño para recuperar el horario de verano, un canbio que afecta más a ancianos y a los niños pero que según los expertos nos permitirá por lo menos hasta el martes poder tener sueño durante todo el día, comer a deshoras o estar un poquito irritables con por lo menos un motivo… haber adelantado el reloj una hora.
Según el director del laboratorio de Cronobiología de la Universidad de Murcia, Juan Antonio Madrid es como si nos enfrentamos a un pequeño jet lag y los efectos se notarán sobre todo en el sueño, los ancianos y los niños pequeños.
Durante los tres o cuatro primeros días del nuevo horario estival podrá ser habitual la sensación de cansancio y habrá más dificultad para irse a la cama como consecuencia de la alteración del reloj biológico. Pero no es lo único. También tendremos sensación de hambre a deshoras.
Las personas mayores, que ya tienen más problemas con la alteración de su ciclo de sueño, son los que más lo pueden notar. Los más pequeños de la casa pueden estar más irritables que otros días, sobre todo los lactantes.
En este caso interesa desde ya empezar a darles las tomas media hora antes de lo que le corresponde si es posible para ir adaptóndoles poco a poco al nuevo horario.
En cuanto a los mayores lo que habría que sacrificar es la siesta.
Un ahorro de 210 millones
En España, según el Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía (IDAE), este cambio horario permite un ahorro de 300 millones de euros, alrededor del 5% del consumo eléctrico.
De esa cantidad, 90 millones corresponderían al potencial de los hogares españoles, lo que supone un ahorro de 6 euros por hogar, mientras que los 210 millones de euros restantes se ahorrarían en los edificios del sector servicios y en la industria.
El cambio de hora comenzó a generalizarse, aunque de manera desigual, a partir de 1974, cuando se produjo la primera crisis del petróleo y algunos países decidieron adelantar sus relojes para poder aprovechar mejor la luz del sol y consumir así menos electricidad en iluminación.
Posteriormente, en 1981, se comenzó a aplicar como una directiva europea, que ha sido renovada sucesivamente cada cuatro años. Desde la aprobación de la Novena Directiva, por el Parlamento Europeo y Consejo de la Unión, en enero de 2001, este cambio se aplica con carácter indefinido.
Dicha directiva establece con carácter permanente las fechas de inicio del periodo de la »Hora de Verano» (en el que, como ahora, se adelanta el reloj una hora) y su finalización (cuando se retrasa el reloj una hora), produciéndose el último domingo del mes de marzo y el último domingo del mes de octubre, respectivamente.