El cabo primero de la Guardia Civil, Antonio Ramos Ramírez, fue asesinado a balazos en Mondragón (Guipúzcoa) por miembros de la banda terrorista ETA, en torno a las once de la noche del 8 de junio de 1986.
Justo en el instante en que Antonio Ramos entraba en su coche particular después de haber estado en un bar próximo, resultó alcanzado en el corazón y el brazo izquierdo por los disparos, quedando gravemente herido. Después, aunque fue trasladado de forma inmediata al centro asistencial de Mondragón por Cruz Roja, ya ingresó cadáver.
El vehículo del fallecido presentaba un total de diez impactos (dos disparados desde el interior), por lo que el guardia civil debió de repeler la agresión, ya que en su mano tenía un arma que había sido disparada. El turismo quedó cruzado en la calle del Doctor Bañez, a poca distancia del bar en el que, hasta momentos antes de su asesinato, había estado.
Años después del asesinato de Antonio Ramos, las Fuerzas de Seguridad señalaron como responsable a Luis Enrique Gárate Galarza, alias Zorro, detenido el 9 de febrero de 2004 en el sur de Francia, en la localidad de Cognac.
Pero solamente hace dos días, la Fiscalía de la Audiencia Nacional anunció que iba a solicitar 29 años de prisión para Iosu Uribetxeberría Bolinaga, acusándolo de ser el autor material del asesinato de Antonio Ramos Ramírez. En el auto señalaba a otros dos etarras, Javier Ugarte Villar y José Luis Erostegui, como sus cómplices.
En el escrito, el Ministerio Público acusaba a los tres miembros del comando Belotxa de delitos de atentado terrorista, pero indicaba que Bolinaga fue «el auto material» del asesinato y el encargado de efectuar los disparos que acabaron con la vida del agente. Bolinaga ha muerto sin ser juzgado por este caso.
Una tragedia familiar sin precedentes
Antonio Ramos Ramírez, de 31 años, estaba destinado en el cuartel de Oñate. Era natural de la localidad de Espera (Cádiz), aunque había vivido en Sevilla desde muy pequeño.
Estaba casado con Carmen Rodríguez Muriel, entonces embarazada de pocos meses, y tenía un hijo de 5 años, Alejandro. Sus restos mortales fueron enterrados en el cementerio de San Fernando en Sevilla.
Juani Rodríguez Muriel, hermana de Carmen, viuda de Antonio Ramos Ramirez, ofreció un doloroso testimonio el 17 de junio de 2010. Lo que vino a contar Juani es que, desde el atentado, la vida de Mª Carmen cambió radicalmente, hasta que se suicidó en 2007. Ofrecemos parte de este testimonio.
«Buenas tardes, mi nombre es Juana Mª Rodríguez Muriel. Soy cuñada del Cabo 1º de la Guardia Civil asesinado por ETA el día 8 de Junio de 1986 en Mondragón. Estoy aquí ocupando el lugar que le pertenece a mi hermana ya que me ha tocado haceros llegar su triste historia aunque lo que quisiera es estar sentada junto a vosotros oyéndola a ella contarla en primera persona, pues eso significaría que la tengo aún a mi lado.
Debo comenzar por el principio de esta larga cadena que comienza con el asesinato de mi cuñado. Cuando recibimos una llamada de madrugada para comunicarnos el terrible suceso, en casa todo fueron nervios, pues sabíamos que mi hermana estaba embarazada de 3 meses.
Sin su familia, a casi 900 kilómetros de nosotros, todo eran prisas por organizar la salida ya que entonces no existían como ahora los teléfonos móviles que en cualquier lugar podemos contactar con la persona deseada y saber de primera mano cómo se encuentra.
Pasaron horas interminables hasta que, cuando nos disponíamos a salir en coche para estar a su lado, nos llamó para decirnos que no partiésemos pues nos cruzaríamos en el camino. Su salida estaba prevista a medio día en un avión Hércules que llegaría por la tarde a Sevilla.
Podéis imaginar cómo fue de duro ver caminar por aquella pista a mi hermana con su vestido pre-mamá, delante del féretro de su marido. Apenas unos pasos detrás, su hijo mayor que contaba con 4 años de la mano de un compañero, aún con el pijama, pues lo habían sacado de la cama a toda prisa para montarlo en un avión.
En ese momento, le parecería una aventura, lejos de imaginar que tendría un final tan triste. Si le tuviésemos que poner rostro al sufrimiento o el dolor diría que nos bastaba con ponerle un nombre: Mª del Carmen Rodríguez Muriel.
Todos los que hayáis pasado por estas circunstancias, entenderéis que las personas se convierten en zombis que son llevados de un lado a otro sin ver, sin oír, tan sólo dejándose guiar donde la quieran llevar. No me voy a extender en lo duro del funeral, de las casi 48 horas que tuvo que soportar hasta que lo despidió con una flor en el cementerio.
Pero esta larga cadena no hizo más que empezar, pues pudiendo elegir no seguir con su embarazo hacia delante -el trauma que había sufrido pudo afectarle al feto-, ella eligió la vida contra la muerte, sin sospechar tan si quiera que su hijo nacería con una enfermedad mental que lo alejaría de ella a los 3 años de edad para internarlo en un centro especial.
Nació autista profundo, diagnosticado discapacitado 100%. Podría contarles cómo se pasó años postrada en una cama con terribles depresiones; cómo su hijo mayor se vio condenado a vivir sin su padre, con su madre más tiempo ausente que con él y su único hermano ingresado en un centro lejos de casa.
¿Cómo se le explica a un niño el motivo por el cual no puede disfrutar de unos padres en Navidades, Reyes, en su cumpleaños o sencillamente recogiéndolo a la salida del colegio? ¿Cómo se le explica que un buen día alguien decidió quitarle la vida a su padre sencillamente por tener un uniforme?
Sé que muchas personas pasan por estas terribles circunstancias, pueden sobrellevarlas haciéndose un hombre de provecho. Mi sobrino mayor no tuvo suerte. Se dejó arrastrar a un mundo vacío, negro, de soledad, condenado a vivir dependiendo de sus múltiples adicciones que finalmente le han llevado a la cárcel, quién sabe si compartiendo instalaciones con el que un día mató a supadre e indirectamente es el causante de que haya terminado allí.
Pero antes dejó en el camino la vida de mi querida hermana, pues cansada de tantos años de malos tratos psicológicos, de llevarle casi a la ruina como consecuencia de las deudas que acumulaba para hacer frente a los pagos de los que le suministraban las drogas, un día se cansó de luchar, tiró la toalla y se marchó para siempre a ese viaje del que no hay retorno posible para no tener que denunciar nuevamente a su hijo y verlo entre rejas.
Una noche, después de una de tantas discusiones que mantuvo con su hijo por el dinero, se quitó la vida un 11 de Febrero de 2007. A la 1’30 h. de la madrugada recibo una llamada de mi sobrino en la que me dice que mi hermana se ha suicidado.
Yo pensé que era un nuevo intento, pues ya lo había hecho en dos ocasiones más -entonces se llegó a tiempo para hacerle un lavado de estomago-, pero esta vez se aseguró de que no fallaría, pues a las pastillas le sumó el hecho de que, al ser diabética, se pinchó toda la insulina que tenía en casa.
No lo podía creer cuando llegué a su casa. No me dejaron pasar porque estaban levantando el atestado ¿Cómo era eso posible si unas horas antes había estado hablando con ella y hasta que no la hice reír como siempre no colgué el teléfono?
Nadie se puede imaginar lo duro que resulta tener que ir a elegir el ataúd de la que hacía unos días antes le había estado ayudando a elegir la ropa que mejor le quedaba, como tantas veces, lo duro de decirle a una madre que tiene casi 80 años que su hija mayor se quitó la vida…»
Comunicado de la familia del cabo Antonio Ramos
La familia del agente de la Guardia Civil Antonio Ramos Ramírez, asesinado por ETA el 8 de junio de 1986, y por cuyo crimen estaba imputado el terrorista Josu Uribetxeberria Bolinaga, se ha puesto encontacto con el Colectivo de Víctimas del Terrorismo, COVITE, para trasladar un comunicado a los medios de comunicación:
La familia de Antonio Ramos Ramírez no se alegra de la muerte del etarra Bolinaga porque lo único que ansiaba es que todos y cada uno los miembros del comando Belotxa – Javier Ugarte Villar, José Luis Erostegui y el propio Josu Uribetxeberria Bolinaga– fuesen juzgados por el atentado que acabó con la vida del guardia civil en 1986.
En este sentido, sí habrá juicio contra Ugarte Villar y Erostegui; no así para el tercer presunto asesino de Antonio Ramos Ramírez. La familia de Antonio Ramos Ramírez insiste en que las demandas de la familia, así como las del Colectivo de Víctimas del Terrorismo, siempre han estado enmarcadas en el derecho a la verdad y a la justicia, no en la venganza.
Acusar a las víctimas que buscan justicia de buscar venganza forma parte de una estrategia llevada a cabo por agentes políticos y sociales que pretenden asentar la impunidad.