Las mafias de la droga están aprovechando la crisis para reclutar a mujeres como correos humanos para traer la carga a España.
Ricardo Magaz, profesor de la UNED y autor de “Narcotráfico y drogas de abuso”, sostiene que han aumentado los españoles muleros y que, además del perfil clásico de hombre procedente de un entorno social desfavorable, se están incrementando los casos de personas que no han tenido problemas con las drogas o la justicia, pero que aceptan actuar como muleros por una recompensa de hasta 5.000 euros. En este nuevo perfil de correo humano, sobresalen mujeres que viajan hasta México o Colombia, se alojan en buenos hoteles y allí ingieren las cápsulas de cocaína. Después, cogen un vuelo de vuelta a España. “Los clanes contratan desde aquí a los muleros. Prefieren mujeres porque son más vulnerables y pueden pasar inadvertidas ante los controles del aeropuerto”.
Según explica, estos correos humanos transportan entre 60 y 80 cápsulas que contienen alrededor de un kilo de cocaína. Pero la cantidad se amplía cuando se adultera y se mezcla con otros componentes, hasta el punto de que puede alcanzar cinco kilos. “En Latinoamérica se pagan 2.000 dólares (1.470 euros) por esa carga. Pero aquí puede multiplicarse por diez el valor”. Es decir, unos 14.700 euros por persona.
En Madrid se ha detectado un grupo de nigerianos que captaba a españoles para introducir la droga.
Los clanes de la droga cambian de modus operandi en los correos humanos para eludir los controles policiales. Según explica Magaz, los traficantes llegan a ‘sacrificar’ a muleros para despistar al reservarles en “vueltos calientes”, donde se sospecha que llega mercancía.
Cocaína impregnada en la ropa
El subinspector Alfredo Perdiguero, del Sindicato Independiente de Policía, explica que los narcos “hacen auténtica ingeniería para colar la cocaína”. Un método reciente es ocultar esta droga impregnada en la ropa, para lo que emplean compuestos químicos. A simple vista, no hay rastro de la sustancia, solo se nota que la textura del tejido es más áspera.
También, los traficantes esconden la droga en cargas de madera y en plátanos, y no dejan de emplear la clásica mezcla con el café. “Se gastan mucho dinero para introducir la droga y hacen ensayos antes de introducir la gran mercancía”.