El Duque de Palma, Iñaki Urdangarin, descarga en la Administración pública las presuntas ilegalidades cometidas con la contratación del Instituto Nóos para la celebración de unos eventos por los que la entidad cobró hasta 6,2 millones de euros.
Señalando que Nóos no tuvo «margen negociador» con las Instituciones balear, valenciana y madrileña, en su escrito de defensa Urdangarin subraya que es la Administración pública la que disfruta de un «imperium» y de «poderes exorbitantes» ajenos a los particulares que contratan con ella, y que le permiten configurar y redactar sus contratos «de forma unilateral».
El plazo para que los acusados del caso Nóos presentaran su escrito de defensa finalizó hace un mes. El Duque de Palma, Iñaki Urdangarin, la Infanta Cristina y otros 16 acusados se preparan de cara a un juicio que, ante su complejidad y la expectación mediática prevista, prevé alargarse durante varios meses en la Audiencia Provincial de Baleares.
La Fiscalía reclama más de 100 años de cárcel para 14 de los inculpados -no acusa a la Duquesa de Palma y a otros dos procesados-, mientras que el sindicato Manos Limpias, personado como acusación popular, reclama ocho años de cárcel para la hermana del Rey Felipe VI como cooperadora necesaria de dos delitos fiscales.
En concreto, las penas más elevadas que solicita el Ministerio Público son los 19 años y medio de cárcel que reclama para Urdangarin, y los 16 y medio para Torres, por urdir y liderar una trama empresarial con la que lograron acceder de forma «directa e inmediata» a los fondos manejados por las Administraciones, eludir los requisitos exigidos por las normativas de contratación pública y desviar así hasta 6,2 millones de euros de las arcas de Baleares, Comunidad Valenciana y Madrid.
A lo largo de 673 páginas, el fiscal Pedro Horrach desgrana los mecanismos con los que Urdangarin y Torres pusieron en marcha una estructura «hueca de contenido real» y urdieron «una maraña de facturación ficticia» para apoderarse del dinero público. Y para ello utilizaron el Instituto Nóos, al que manejaron «a su antojo» junto a otras mercantiles de su propiedad para que «operasen al servicio de sus intereses comerciales».